Buena parte de la exitosa proyección que actualmente goza México se debe al acierto demostrado por el Presidente Enrique Peña Nieto, al agrupar a las principales fuerzas y voluntades políticas del país en torno a un esquema de convergencia de objetivos nacionalistas denominado Pacto por México, cuya resonancia ha trascendido fronteras hasta el grado de haber sido uno de los temas que el mandatario mexicano esbozó ante las interrogantes formuladas por la prensa internacional durante su reciente asistencia a la reunión cumbre del G-8, en Inglaterra, donde participó como invitado especial –debido a la evidente relevancia internacional que ahora tiene México-. La estrategia desplegada por el jefe del estado mexicano al promover la creación del Pacto por México es, a juicio de diversos analistas, un hecho inédito y audaz que no solo refleja la apertura democrática del gobierno federal en turno, sino también la altura de miras y el amplio alcance de los fines que la actual administración pública federal se ha trazado, pues las miradas del presidente Peña Nieto y sus principales operadores políticos están enfocadas hacia el logro de un desarrollo integral de la nación que perdure a largo plazo; lo que tiene un gran valor en virtud de que se está actuando con visión de Estado.
Por ello, el rumbo que el país haya de tomar en el futuro inmediato dependerá, en buena medida, de aspectos como el compromiso histórico y el sentimiento de corresponsabilidad nacional que los actores y protagonistas del Pacto por México continúen mostrando a través del desempeño y las decisiones que tomen, no para beneficio individual de ellos ni con el afán de satisfacer inmediatos apetitos político-electorales de los partidos políticos que representan, sino con la intención de sentar las bases que permitan augurar un mejor porvenir para la nación, anteponiendo el supremo interés de México por encima de cualquier clase de diferencias personales o ideológicas.
Crucial habrá de ser, entonces, el trabajo que durante los siguientes meses se realice en el seno del Pacto por México, ya que se hallan en puerta dos reformas de toral significado –energética y hacendaria- en las que más allá de la reputación del novel y multicitado cuerpo colegiado integrante del Pacto, lo que fundamentalmente está en juego es el establecimiento de las bases que aseguren la viabilidad económica y social del país durante los siguientes veinte o treinta años. Ante el promisorio porvenir que se le presenta a nuestra patria, los principales partidos políticos de la nación tienen la última palabra: se hallan frente a la disyuntiva de dilapidar su talento y energía en otra de las recurrentes diatribas sin sentido que por décadas los han desgastado, o responder con madurez política y compromiso nacional al llamado del Presidente Peña Nieto, para estar a la altura del trascendental momento histórico que hoy vive México.
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