En la nueva cinta plantea que sólo nos tenemos los unos a los otros; los políticos no saben construir puentes, pero sí muros, refirió
Invirtió tres años en la realización y nunca había visto algo como lo que hicimos
La película se estrena este 12 de julio en salas del país
Los sueños de la razón de Guillermo del Toro crean monstruos que pretenden acabar con la humanidad en poco tiempo; agotan los recursos naturales y todo parece inútil para conservar la vida en la Tierra, hasta que el ser humano entiende que solo no podrá hacer nada, que para persistir tiene que apoyarse en los demás.
Robots de 25 pisos de altura enfrentarán a las criaturas del Apocalipsis, en una batalla sin precedente, expresó ayer Guillermo del Toro, en conferencia de prensa en la que presentó su nueva película, Titanes del Pacífico, que se estrenará en México el 12 de julio.
En la rueda de prensa de la presentación estuvieron, además del director jalisciense, los actores Rinko Kikuchi, Charlie Day, Ron Perlman e Idris Elba.
Se proyectó un avance de la cinta, cuyo costo fue de 190 millones de dólares, donde se reveló parte de la historia dirigida por Del Toro: cuando legiones de criaturas monstruosas, conocidas como Kaiju, comienzan a subir desde el mar, empieza una guerra que acabará con millones de vidas, consumiendo los recursos de la humanidad durante años y años.
Para luchar contra el Kaiju, un tipo especial de arma fue creada: robots masivos, llamados Jaegers, que son controlados simultáneamente por dos pilotos cuyas mentes están conectadas en un puente neural. Pero incluso los Jaegers se ven indefensos ante el Kaiju. Al borde de la derrota, las fuerzas de defensa de la humanidad no tienen más remedio que recurrir a dos improbables héroes: un ex piloto (Charlie Hunnam) y un aprendiz (Rinko Kikuchi), que se unieron para conducir un Jaeger legendario, pero aparentemente obsoleto, del pasado. En conjunto, se erigen como la última esperanza de la humanidad contra este némesis.
El nominado al Óscar, Guillermo del Toro (El laberinto del Fauno), dirige la épica aventura de ciencia-ficción y acción, con un guión de Travis Beacham (Furia de Titanes), en tanto que Thomas Tull, Jon Jashni y Mary Parent la producen, con Callum Greene como productor ejecutivo.
Detrás de las escenas, Del Toro cuenta con el ganador del premio de la Academia , el director de fotografía Guillermo Navarro, el diseñador de producción Andrew Neskoromny, el editor Peter Amundson y la diseñadora de vestuario Kate Hawley.
Del Toro recomendó ver la película en 3D, en tanto que es una cinta de acción. “Para hacerla invertí tres años de mi vida y nunca había visto algo como lo que hicimos. Mi generación creció con influencia de lo hecho en Japón… Señorita Cometa, Ultraman, Ultraseven, Monstruos del Espacio, el Agente 005… cantidades de series de la tele. Como soy del (año) 64 me tocó ir a muchos de los estrenos de películas de Godzilla. No obstante, no hay una película con un espectáculo de esta magnitud.
“La obra es absolutamente increíble en cuanto a las escenas de acción. Los Transformers son como del tamaño de la uña de un dedo de uno de los robots, que miden como 25 pisos de altura. Esta es una película para toda la familia, especialmente para niños, a niveles emocional y de espectáculo”.
Reconoció que sí tiene cierta influencia del anime, pero en este caso no hay un toque de él. “Esta cinta conecta con Hellboy. Dedicar tres años de tu vida a una película no es un noviazgo: mi intención al hacer cualquier película es decir quién soy; es conectarme con ese Guillermito que dibujaba con crayones en un cuaderno. En mi cabeza he tratado de hacer todo lo que me gusta. La vida es muy cortita como para medirla con la mirada de los demás. Gozo con lo que gozo. Me gusta desayunar, comer y cenar películas que me hagan crecer como cineasta, como creador de imágenes. Después de tres años, esta es la obra con la que me siento más contento, la que me hace sonreír tres o cuatro veces a la semana.
“Para hacer Titanes del Pacífico fui en contra del género normal. Es decir, me gusta muchísimo hacer una historia que cada vez dé algo más. Puede ser El laberinto del fauno o El espinazo del Diablo. Con Pacific Rim lo primero que hice fue plantear qué es el mundo. ¿Puedo aceptar este mundo, así como estamos? ¡Ni madres! Sólo nos tenemos los unos a los otros. Tratando (yo) a los políticos como una punta de pendejos que están construyendo muros. ¡Nada más!” Aquí recibió un aplauso colectivo. “No saben construir puentes, pero saben construir muros. Me pregunto si voy a hacer una película sobre un país que salva al mundo o sobre el mundo salvando al mundo. En lugar de un líder rubio, ojo azul… tengo gente (actores) de diferentes nacionalidades, razas, color. Quiero decir: nos necesitamos los unos a los otros, en lugar de mandar un mensaje promilitar.
Cuando se toma una decisión del tipo de salvación del mundo eso es, automáticamente, una definición política, porque si haces una película que se vea como todas las americanas (estadunidenses), como comercial de coches, es decir, nuevecito, limpio, pulido, donde todo mundo funciona dentro de una estructura militar, entonces sí; pero si muestras un mundo de cabeza, torcido, enmohecido, dañado, y lo haces una aventura con un espíritu romántico, con heroísmo, es muy diferente. Son códigos simples, pero, si un niño va a ver la película no quiero que sienta que la única película de aventuras que existe es de armamento, militar, donde la única ciudad que va a ser atacada es Nueva York.
Del Toro hace que las criaturas, los monstruos, ataquen en diversas latitudes. Pareciera que Nueva York es un magneto de monstruos.
Expuso que lo más difícil de explicar en cine es el tono, pues para ello se tiene que tomar una perspectiva visceral. Soy un loco fetichista de los monstruos. Tengo mi casa, donde trabajo, llena de monstruos. La Jornada