Ahora que Acción Nacional regresa las riendas del poder al PRI, miro con profunda decepción, y me lamento al igual que miles de compañeros de ideología y principios, como se esfumaron en las urnas tantas décadas de luchas por la democracia, la honestidad y la rendición de cuentas.

No voy a redundar en los motivos que tuvo el electorado para retirarle el apoyo al PAN y re-otorgárselo al Revolucionario Institucional, porque se ya ha dicho suficiente. Tratar de ir contracorriente es negarle la inteligencia a una primera minoría que se expresó libremente a través del voto, a grandes rasgos. Las reglas así están escritas y todos los contendientes las aceptaron.

Al margen de lo que haga o deje de hacer la izquierda y su ex candidato, prefiero enfocar mi punto de vista sobre la situación panista, porque mis reflexiones en relación a la actuación de la autoridad electoral ya las comenté en mi escrito: árbitro vendido, del 3 de enero del año en curso.

He leído con interés las declaraciones de panistas de larga militancia y  trayectoria, cito: Ricardo García Cervantes, César Leal, y de Carlos Pérez Cuevas de más reciente afiliación. Los tres coinciden, Acción Nacional se extravió en el gobierno y se apartó de los principios de doctrina bajo los que vivieron sus fundadores.

Por su lado, analistas desmenuzan con agudeza, y hasta con saña, el desempeño del PAN en el ejecutivo federal. Los calificativos abundan, unos muy merecidos; van desde corruptos, vividores, trepadores, arribistas, chambistas, clasistas, hasta simuladores, traidores de la democracia, asesinos del bien común, agoreros del desorden, generosos con los poderosos y amantes del billete grande. Uff, échales algo; cómo no lo dijeron hace un año?.

No quiero ni pretendo ser juzgador de quienes abanderaron el PAN en el gobierno y encabezaron las dirigencias del partido. Sólo deseo expresar, como lo he hecho por más de 25 años, libremente y por tutela constitucional, mi humilde reflexión de lo que veo sucede en las entrañas de Acción Nacional, al que me afilié en 1985, apenas cumplida mi mayoría de edad y cuando no se era gobierno. Abismalmente distinto al de ahora, cuyo epitafio generacional sentenció Felipe de Jesús Calderón Hinojosa: “ganemos el gobierno sin perder al partido”. Hoy no tenemos ni uno ni lo otro.

Aspiro, como muchos compañeros, a que la reestructura, refundación, renovación, reflexión o como soñadoramente busquen bautizarla los custodios de facto de las finanzas y las decisiones cupulares; que consideren honrar, al menos un poquito, la memoria de fundadores y militantes que en todo el país se entregaron con pasión y convicción por la causa de Acción Nacional. Sin más interés que el de cesar el oprobio y construir una patria ordenada y generosa, y una vida más diga para todos.

En las circunstancias actuales, estamos más lejos de esos ideales que los mediados de septiembre del 39 del siglo pasado. Por lo mismo, es justo y necesario convocar al regreso sincero de los orígenes. Que nadie trate de pasarse de lanza, pues uno nunca sabe cómo vaya a reaccionar la raza que se forja en el trabajo y curte el carácter en las conquistas diarias por la justicia y la libertad.

Pero hay que tener cuidado, mucho cuidado si se trata de engañar a la militancia con renovaciones  cosméticas o maquillajes de esquina. Hay que pensarla  muy bien antes de soltar a la perra rabiosa de la democracia para intentar acallar las voces que se multiplican al pedir cuentas, generosidad, dignidad, vergüenza y humildad. La Comisión Torquemada es clienta frecuente de la derrota cuando es usada como ariete o espantapájaros.

Por mi parte, aquí seguiré continuando firme, calmo y bregando porque se vayan esos falsos panistas por afiliación, que llenaron la boleta de suscripción cuando llegaron a responsabilidades gubernamentales, para después convertirse en cómplices por callar, omitir denunciar o participar de las prebendas, las canonjías, los privilegios, el despilfarro, la avaricia, la codicia y lapidación del peculio nacional.

Precisamente de estas prácticas se van a agarrar los que llegan de nuevo, para seguir con el saqueo del erario, porque no habrá quién, en el corto y mediano plazo, que refute con autoridad moral los desvíos y malos manejos que  realicen desde las entrañas del poder público. Bien lo definen García Cervantes, Leal y Pérez Cuevas.

mnarvaez2008@hotmail.com Twitter:  @manuelnarvaez65

Mantenerse en la cima de cualquier rol o ámbito de la vida  requiere inteligencia, astucia, sobriedad y humildad. Se conquista a diario, para que no sea flor de un día.

 

 

 

 

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