Desgraciadamente la corrupción continúa siendo un mal muy extendido en algunas áreas del gobierno mexicano. Las pugnas y rivalidades acontecidas entre algunas organizaciones de productores rurales como El Barzón y productores agrícolas menonitas son el resultado de serias anomalías en las que han incurrido funcionarios de la Delegación de la Comisión Nacional del Agua, en el Estado de Chihuahua. Mientras los barzonistas acusan a los menonitas de estar usufructuando para regar sus cultivos agua que no les corresponde debido a la falsedad de los permisos de perforación para los pozos mediante los que se abastecen, estos han revelado que pagaron hasta 75 mil dólares por cada “permiso”, a intermediarios coludidos con empleados de la CNA, para construir y operar la infraestructura que hoy causa discordia.

 

Por su parte, fiel a la ortodoxia política que exige negar toda imputación para evitar el deterioro de la imagen, la Conagua pretende aparentar que no es su culpa el complicado escenario que la connivencia, los intereses creados y la ilicitud generaron en Chihuahua durante los últimos doce años de gobiernos federales emanados del Partido Acción Nacional. Desafortunadamente tal deshonestidad ha sido común en las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón. En su momento fueron los escándalos surgidos con motivo de los exorbitantes costos de las toallas y otros enseres comprados para Los Pinos; los dispendios del embajador de México en Francia; o el tráfico de influencias de los hijos de la primera dama del país; cuando Marta Sahagún y Vicente Fox eran los amos de la casa presidencial. Después, en el actual sexenio, afloraron entre otros, los sonados casos de corrupción de Noé Ramírez Mandujano, por dejarse sobornar al frente de la SIEDO-PGR; así como los líos que envolvieron a altos funcionarios de la CFE y el IMSS por recibir jugosas regalías a cambio de contratos; luego brotarían el millonario fraude de dirigentes y personal del sorteo Melate, de Pronósticos para la Asistencia Pública; y el no menos irregular asunto ya citado, concerniente a los turbios permisos de explotación de agua en zonas vedadas del estado de Chihuahua.

Tal es el legado de los gobiernos emanados del partido que pregona luchar por la instauración de “una patria ordenada y generosa”. Es desaseado, vergonzoso y perjudicial el ejercicio indebido de las funciones públicas en el que han incurrido no pocos servidores de los gobiernos blanquiazules. El caso Conagua resulta absolutamente imperdonable, pues siendo el agua un recurso tan preciado, escaso e imprescindible para el desarrollo económico y social de Chihuahua –y de la nación entera-, constituye una burla el hecho de que los encargados de evitar su sobreexplotación y administrar la legal concesión de su uso se hayan dedicado a quebrantar las normas técnicas, jurídicas y éticas vigentes, vendiéndola al mejor postor sin importarles el deterioro ambiental, ni las consecuencias socioeconómicas y políticas, derivados de su irresponsable conducta.

Es evidente que el conflicto entre productores menonitas y barzonistas, generado por la imprevisión y el desordenado desempeño de los responsables de la CNA en Chihuahua, se convirtió en un problema político que finalmente tuvo que afrontar el Gobernador César Duarte Jáquez, ante la incapacidad e insensibilidad de la Delegación local de dicha dependencia federal, mostradas cuando días atrás, de forma simplista, la Conagua comenzó a clausurar pozos y derribar presones en los campos menonitas, creyendo que con ello resolvería el complejo entuerto que ella misma ha creado. Lo único que la CNA logró fue levantar prácticamente en armas a la comunidad menonita, quien denunció las corruptelas del gobierno federal y advirtió su convicción de defender sus sembradíos con la vida.

Como si lo anterior no bastara, y sin detenerse a meditar que el horno no está para bollos, la semana anterior el Delegado de Conagua aún tuvo la osadía de formular temerarias declaraciones a la prensa, para intentar atribuir al Gobierno del Estado y al Gobernador Duarte la responsabilidad del problema. Con esto queda demostrado que lejos de esmerarse para coadyuvar a una salida decorosa del gobierno federal en turno, cuya atribulada gestión administrativa está a cuatro meses de concluir, algunas instancias de la federación parecieran estar más empeñadas en actuar absurdamente para que le vaya mal México, que para evitar que la historia registre a los regímenes panistas bajo el sombrío estigma de la ineptitud, la imprudencia y la corrupción.

Comentarios o sugerencias: carlosjaramillovela@yahoo.com.mx

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