Tal suma de recursos implica entre otras cosas ejercer con honestidad y eficiencia las enormes partidas presupuestales destinadas a los diversos rubros del quehacer gubernamental. Dicho soporte financiero del gasto público es a la vez un poderoso detonante económico cuya adecuada y oportuna erogación influirá indefectiblemente en el dinamismo de las actividades productivas, el bienestar material de la población y el crecimiento del producto interno bruto, pues para nadie es un secreto que la inversión pública produce una derrama económica que constituye una sólida palanca para incentivar el consumo, la producción, el empleo y la inversión privada, generando un círculo virtuoso que redunda en beneficio de la economía general de la nación. Resulta pertinente recordar que el paquete financiero autorizado para la operación del gobierno durante el año próximo es producto de la reforma hacendaria, que el Congreso de la Unión aprobó luego de que fuera presentada ante esa instancia la iniciativa formulada por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
Otro aspecto importante del programa económico sexenal estructurado por el titular del Poder Ejecutivo Federal es el concerniente al renglón energético. Los beneficios de la apertura de dicho sector al capital privado son evidentes, pues tan solo en el ramo de los hidrocarburos una oleada de flujos financieros dirigidos a la exploración, extracción y producción tendría un positivo impacto de gran magnitud en la economía de las regiones petroleras del país y en la nación entera, ya que los efectos de su derrama económica producirían una considerable sinergia respecto al ejercicio presupuestal del gobierno, con lo que se consolidarían de modo significativo los principales indicadores macroeconómicos ya referidos como el consumo, la producción, la inversión, el empleo y el crecimiento del producto interno neto, elevando la oferta y la demanda de bienes y servicios, así como la calidad de vida de los habitantes.
Si se toma en cuenta que además de su riqueza petrolera, México tiene, en virtud de sus condiciones climáticas y geográficas, un inexplotado y vasto campo de oportunidades constituido por las energías renovables -también denominadas energías limpias o verdes debido a su carácter no contaminante-, tales como la eólica, solar e hídrica, se puede percibir con claridad el enorme potencial de desarrollo económico y social que ello representa. Aunado a lo anterior, se halla el creciente interés general que México ha comenzado a despertar en los inversionistas de la comunidad internacional debido a su estabilidad macroeconómica y a la trascendencia del conjunto de reformas que en materia laboral, educativa, financiera, hacendaria, energética y política, ha aprobado o está próximo a aprobar; lo que evidentemente implica la real posibilidad de un incremento en la captación de inversiones extranjeras enfocadas a otros sectores productivos diversos al ramo energético.
La transformación de México se encuentra en movimiento. El nuevo modelo hacendario y las demás reformas en ciernes son los cimientos del porvenir del país. La razón, y una promisoria realidad, se impondrán de modo contundente frente a las perversas y falsas profecías que han querido descalificar los innegables avances de la administración pública federal encabezada por el mandatario Enrique Peña Nieto.
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