Los vaivenes mostrados por la Comisión Nacional del Agua (CNA), al clausurar e inmediatamente reabrir los pozos de algunos agricultores menonitas de Chihuahua, que operan en la irregularidad, reflejan el desconcierto político que originan las malas prácticas sustentadas en la transgresión a las normas, la connivencia y la corrupción. Para nadie es un secreto el desorden que durante años ha imperado en la CNA, debido al ilícito y discrecional manejo que se ha hecho de las autorizaciones, permisos y concesiones que dicha dependencia confiere para la disposición de aguas nacionales, así como para la perforación y operación de pozos destinados a la explotación de acuíferos.
Tarde o temprano tenía que hacer crisis la acumulación de las negligencias e inveterados y recurrentes vicios que dieron mala fama a la tristemente célebre Conagua, pues ante la cada vez más notoria escasez del recurso hídrico este se ha convertido hoy en la manzana de la discordia en aquellas zonas de producción agropecuaria donde su administración ha carecido de legalidad y transparencia. Esa es la realidad que hoy tiene ante sí el Gobierno Federal: por un lado la obligación de cumplir la normatividad jurídica y técnica, cuya inobservancia durante años permitió; y por otro una airada e intransigente postura de grupos de menonitas que no obstante reconocer las anomalías existentes en la documentación de algunas de sus instalaciones hidráulicas, están dispuestos a defender con sus vidas el agua que necesitan para salvar sus cosechas, debido a la innegable complicidad de la institución en un oscuro pasado que ahora se pretende borrar mediante una aparente inflexibilidad frente al quebranto de la ley.
En días pasados, al ser “sellados” por personal de la CNA algunos pozos de varios menonitas que supuestamente operan sin la autorización correspondiente, se suscitó un altercado verbal con matices de violencia entre los productores y los funcionarios federales, pues los primeros, además de increpar iracundamente a los segundos, impidieron que estos continuaran realizando su trabajo, al retenerlos a ellos y a sus vehículos por espacio de varias horas. A las acciones de protesta logró sustraerse el Delegado Estatal de Conagua, quien a bordo de su vehículo huyó del lugar de los hechos, sin que los líderes “menones” que lo persiguieron pudieran darle alcance. Esas escaramuzas dejaron entrever barruntos de tormenta, pues el conflicto amenaza con desbordarse si la federación no le da el cauce pertinente. Bajo tal escenario la CNA no tuvo más opción que desdecirse de las órdenes de cierre de pozos que previamente había girado, por lo que se vio forzada a emitir una contraorden desde sus oficinas centrales en la Ciudad de México, que anuló el operativo previamente emprendido por su Delegación Local en esta entidad. Tales traspiés del Gobierno Federal son consecuencia inevitable de los graves errores y omisiones que en los últimos años, deliberada o involuntariamente ha cometido; las perjudiciales corruptelas que se han vuelto una “norma no escrita” en la administración del agua hoy tienen a la CNA y a la federación enfrascados en un serio conflicto con varios grupos de agricultores menonitas, y revelan que lo que mal empieza peor acaba.
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