Liberemos al amor

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Ya lo hemos dicho, lo seguimos sosteniendo. Nuestras almas LO SABEN que Siempre es tiempo del amor.

Y por ello no debe usarse por los intereses de los mercaderes, que  inventan fechas de calendario como coartada y pretexto para sus ventas de garaje. Ellos han instituido eso que pregonan como “Su día del amor”, el 14 de febrero de cada año.

Celebración falsa Instituida por ambiciosos mercaderes.

Qué acaso no sabemos, no sentimos que el amor es, debe serlo, el sentimiento fundamental para los seres humanos.

Por eso no caben celebraciones de días marcados por la mercadotecnia, para algo que constituye nuestra esencia, es degradarlo, considerarlo una mercancía, un medio para adormecer más nuestras consciencias.

Nadie ni nada puede determinar y marcar su ritmo, su pulsación, su necesidad de manifestarse. Liberemos al mundo de criterios mercantiles. Liberemos al amor.

Ya que tocamos este tema fundamental, el de mayor trascendencia en nuestras vidas, reflexionemos un poco sobre eso que sentimos, denominamos e identificamos como el Amor.

El amor es ese poder, esa fuerza y energía, está ahí tan cercano a nosotros, escondido en todo, que solemos ni percibirlo.

El amor, en tanto que es deslumbrante y misterioso, cuando logramos sentirlo o contemplarlo, nos proporciona sentimientos y sensaciones encontradas, debido a la vigilante mirada de nuestro ego.

Y por ello, nos da miedo sentirlo y expresarlo, y eso nos hace esclavos.

Es por el miedo a la libertad que el conlleva. 

Es tan invisible y lo toca todo, que hasta en el hombre más materialista lo lleva escondido sin saberlo, sin percibirlo.

Y hasta en esa criatura desamparada y desesperada se encuentra inmerso.

Y es tan poderoso que cuando se siente su influjo, expande las fronteras de nuestra “realidad”.

El amor, es esa energía que le da cohesión al universo; es la argamasa de la posible unión de lo particular con el todo.

Cuando estamos ante la presencia del amor, el tiempo se esfuma, se pierde su ilusión.

Así es, y nos hace posible atisbar la fuerza y la inconmensurable belleza de lo inefable.

Y es que en el hombre, también, se esconde lo divino.

Pues, que más que el amor que lo define de la manera más clara y diáfana, y es su mayor expresión.

 Para los navegantes que se atreven a explorar sus espacios interiores, suele ser el sentimiento base que los impele a esa su búsqueda suprema.

Y buscan y buscamos a tientas, las claves, las llaves, las formulas que abran ante nuestros ojos esa realidad invisible, inefable, del amor.

El camino para contemplarlo en su esplendorosa luminosidad, cara a cara, es la meditación, aunque ello nos parezca absurdo.

Y es por eso, que a veces, al enfocar nuestra atención en los susurros de nuestra alma, escuchamos el lenguaje del amor, a pesar de la oscuridad de nuestra vida ordinaria; y si afinamos nuestros sentires, alcanzaremos su mágico poder, abriendo  ventanas de mundos desconocidos, que nos invitan a ser explorados para la expansión de nuestra conciencia.  

 

Atrevámonos, sintamos ese relámpago metafísico, que nos grita palabras de poder, que expresan lo divino de la más inmensa fuerza del universo; pues es el amor, la maravilla que nos brinda la cohesión necesaria para poder ser en el mundo de los fenómenos.

 

Y aunque pretendamos soslayarlo en nuestra vida aprisionada por el mundo de lo ordinario; o lo pretendamos ignorar, resulta absolutamente necesario, por instantes, ocuparnos de ello.

Por ello, enamorarse o fascinarse por la belleza reflejada en el universo, en la naturaleza y en la mujer que uno contempla, nos brinda la posibilidad de iluminarnos.

El amor, cuando solemos contemplarlo o sentirlo, es un prodigioso maestro, que nos hace sabios.

Se es sabio, solo por el amor conquistado, si se encuentra en su reflejo, la inspiración para ser uno con la realidad atemporal, ilimitada, del alma cósmica

Y si logramos amar a alguien sin apego, sin necesidad de ella, de su transitoriedad, nos hará. La hará mas vital, y libre.

Mediante el poder del amor alcanzamos a vislumbrar los divinos dinteles del paraíso que ahora no vemos, no contemplamos.  

Sepámoslo. Sabio es el amor sin sentido de apropiación.

Además, esta decirlo, desgraciadamente; que en la escuela y la universidad nadie enseña lecciones de amor. Es una materia que esta extrañamente vedada en sus aulas…

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