Hopkins está por quinta vez en México, ahora para promover su película más reciente, El rito, dirigida por Mikael Hafstrom. Se reúne con varios medios de comunicación y, a pesar de ser un actor descomunal, se presenta a la charla ofreciendo disculpas por llegar manipulando su teléfono celular. Luego toma asiento y apaga y apaga el aparto y se dispone a responder las preguntas de los reporteros.
Abre fuego y haciendo autoescarnio dice: “Nada es importante; únicamente soy un actor, y lo hago para no andar de indigente en la calle. Si es un buen guión y un buen director, acepto hacer una película, pero no me pongo muy serio con todo esto de la actuación; conforme he crecido tomo la vida mucho más ligera. Algunos actores se enojan cuando digo lo anterior. Me dicen: ‘la actuación es mucho más que eso’; a lo mejor estoy equivocado, pero esto es lo que opino… quizá mañana comience a tomar en serio la actuación”.
Hechos reales
El rito está inspirada en hechos reales. Cuenta la historia de Michael Kovak, un seminarista escéptico que con reparos asiste a la escuela de exorcismo del Vaticano. Durante su estancia en Roma conoce a un sacerdote nada ortodoxo, el padre Lucas (Hopkins), quien lo introduce al lado más oscuro de su fe. Sobre este tópico, el actor dice: Personalmente, hace 35 años era ateo y llegó un momento crucial en mi existencia en el que tuve que elegir entre la vida y la muerte. Escogí la primera; tomé esta decisión y algo sucedió, me liberó y me he reído desde entonces.
De brazos cruzados y mirando a su alrededor sin encontrar interlocutor, afirma que para él no existen las cosas importantes: “La palabra importante es muy fuerte. Cuando hablamos de pasión, hablamos de algo grande; lo que yo hago es disfrutar las cosas. Disfruté hacer esta película más que otras desde hace mucho tiempo; ahora la veo con nostalgia. Estuvimos en Budapest y en Roma, trabajando con Alice Braga, con Michael Petroni, con el director. Esto puede sonar muy mundano, muy prosaico… simplemente creo que lo que hago es placer puro.
He trabajado con personas muy apasionadas, pero la verdad prefiero terminar una película e irme a casa a hacer otra cosa… antes era muy apasionado, pero ya estoy demasiado viejo para eso. Ya me voy a morir y prefiero disfrutar la vida.
–Dice un escritor que la vida está incompleta sin la vejez – se le comenta, y el actor, mirando con fijeza, dice: Estoy de acuerdo, pero no tienes opción. Te tienes que hacer viejo, no hay escapatoria.
Se nota una especie de inconformidad en Anthony Hopkins o se finje un poco molesto. Retoma su respuesta: Mi filosofía es que creo en todo; no soy inteligente. Simplemente me costó mucho llegar a esta etapa de mi vida; darme cuenta de que no sabemos nada hizo que creyera en todo. Pienso que tener la certeza de que no hay Dios u otra cosa es como vivir en un cuarto oscuro, donde no hay luz ni conocimiento y eso te hace miserable, pero si tienes fe es una apuesta que no puedes perder, porque cuando mueres, si hay vida después de la muerte, ya estás ahí, y si no hay nada, tampoco pierdes.
El actor echa otra mirada a sus interlocutores y opina acerca de la falta de fe en la sociedad contemporánea: “Bueno, si pensamos en Charles Darwin –quien era un protestante muy devoto–, siempre que le preguntaban por qué había tanto sufrimiento en el mundo, decía que ésa era la naturaleza de la vida: la destrucción y la creación. Tenemos una supernova que se colapsó y creó esto que llamamos vida; Darwin también decía que no podemos ver la vida desde una perspectiva moral, como si fuera un Dios malo. Es como una placa tectónica en el océano, que hagamos lo que hagamos se mueve y en algún momento causa un tsunami y no tiene nada que ver con Dios o con el diablo, porque somos parte de la estructura del universo, igual que las enfermedades, los temblores y todo.
“Albert Einstein decía que Dios era muy sutil, pero no era malicioso, y cuando le preguntaban si creía en Dios, decía que creía en el principio que hay detrás del misterio de la vida. Pensaba que había algo grande, pero no dudaba que había una inteligencia vasta e importante. Yo creo en todo, pero no ando por la vida predicando la palabra de Dios.
“Este personaje que interpreto en El rito dice que el problema de ser ateo es que siempre estamos buscando la verdad. Sí, siempre estoy luchando contra la pérdida de fe. Hace unos años conocí a un sacerdote y le dije que quería convertirme al catolicismo. Me preguntó por qué y le dije que me sentía perdido… total, que la enseñanza que saqué de todo esto fue que tienes que aprender a disfrutar la vida y una vez que lo haces todo se vuelve una broma. La plegaria más cortita en el mundo es fuck up.”
–¿Realmente algún día creyó que el diablo se lo iba a llevar?
–No creía en el diablo como tal, pero estaba atrapado en la angustia. Un día dije ‘sí hay un Dios’ y le dije que me ayudara. Ahora creo en el poder de la vida.
–En la entrevista televisiva del lunes por la noche dijo que se ponía límites con las interpretaciones que hacía.
–El lunes, durante esa entrevista, el único límite que hubo fue que no entendía las preguntas. Todo mundo en la televisora estaba estresadísimo porque no se oía ni se entendía nada, pero comencé a reírme porque todo mundo se volvió loco. Eso sí estuvo chistoso.
–¿Cómo llegó a esta película?
–Cuando leí el guión no lo terminé, porque no quería interpretar otra vez a un loco como Hannibal Lecter, pero no lo leí completo. Me habló mi agente y me insistió en que lo leyera y conocí a Mikael Hafstrom, y al saber que iba a trabajar con él –quien es inteligente, porque muchas veces trabajas con idiotas– pensé que iba a hacer un buen trabajo; además, no es presumido ni hace alarde de los efectos especiales.
–¿Qué disfruta de la vida?
–Me he vuelto un freak de estar texteando por teléfono; me gustan el humor negro; la comida mexicana –mucho realmente–, leer, pintar, escribir música –de hecho, daré un concierto en Birmingham el próximo año–; vivo en Malibú… eso para mí es suficiente porque ahora en la vida ya nadie se divierte. Todo el mundo es muy propio y correcto.
El rito se estrena el próximo viernes en México y, además de la de Hopkins, cuenta con las actuaciones de Colin Odonoghue, Alice Braga, Rutger Hauer, Toby Jones, Franco Nero y Ciarán Hinds.
La Jornada