Con esta decisión, se rompió una regla no escrita en las anteriores entregas pues la tradición marcaba que el galardón se alternaba anualmente entre un autor español y otro latinoamericano; el año pasado se reconoció a la cubana Fina García Marruz.
El presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri Palazuelo, fue el encargado de publicar el fallo, acompañado por el rector de la Universidad Daniel Hernández Ruipérez y los escritores Jaime Siles y Luis Antonio de Villena.
De Villena, escritor e integrante del jurado, señaló: “No era justo que por motivos extraliterarios alguien tan significativo en la poesía del siglo XX se quedara fuera del premio. Faltaba Cardenal, porque siempre se había quedado finalista”.
Sacerdote cercano a la teología de la liberación, Cardenal (Granada, 1925) superó a los otros dos finalistas, los españoles Antonio Colinas y María Victoria Atencia, para adjudicarse el premio dotado con 42 mil 100 euros (aproximadamente 55 mil 700 dólares).
Al conocer la noticia en su casa ubicada en Managua, el autor de Cántico cósmico reconoció: “Estoy muy sorprendido porque no lo esperaba. Esta es una sorpresa muy agradable”. Y agregó: “Sigo trabajando en las mismas cosas de siempre, escribo cuando estoy inspirado y posiblemente en noviembre tenga que viajar a Salamanca a recibir el premio”.
A sus 87 años, Ernesto Cardenal es uno de los intelectuales más importantes de Nicaragua y sigue inmerso en la creación literaria y la elaboración de esculturas en piedra y metal que expone en la galería Casa de Los Tres Mundos, en Managua.
Perteneciente a una familia adinerada de Granada, al sureste de Managua, Cardenal viajó a México para estudiar la licenciatura en letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, y tras graduarse se trasladó a Europa y Estados Unidos, país donde a mediados de los años 50 ingresó al monasterio trapense de Gethsemani, en Kentucky.
Ordenado sacerdote en 1965, se convirtió en ferviente defensor de la teología de la liberación, la cual llevaría a la práctica poco después al fundar una comunidad de campesinos poetas y pintores en el archipiélago de Solentiname, en el Gran Lago Cocibolca de Nicaragua.
“Tuve la vocación de poeta desde que nací. Ya tarde en la vida me vino el apego religioso. Fui desde entonces un poeta que entregó parte de su trabajo a Dios. A eso añado la vocación revolucionaria: la entrega a Dios me llevó a entregarme al pueblo. No hay conflicto entre las tres misiones. Para mí la revolución significó la puesta en práctica del evangelio. Como decía Camilo Torres, la revolución es la caridad eficaz”, dijo en entrevista con La Jornada (28/10/03).
Ha publicado, entre otros, los poemarios Epigramas (1961), Oración para Marilyn Monroe (1965), y Cántico cósmico” (1989), traducidos a idiomas como alemán, holandés, inglés, francés, italiano, japonés, ruso, portugués. Es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
Ernesto Cardenal fue candidato en 2005 al Nobel de Literatura y ha recibido galardones internacionales, como los premios de la Paz de los Libreros Alemanes (1980), el One Mediterrania de la diputación de Tarragona, España (2007) y el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009).
El premio Reina Sofía, que reconoce “el conjunto de la obra de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España”, recibió 51 candidaturas para su 21 edición. Además de la bolsa al ganador, ofrece la edición de un poemario antológico.
El jurado estuvo formado por el rector de la Universidad de Salamanca, Hernández Ruipérez, el presidente de Patrimonio Nacional, Rodríguez-Spiteri Palazuelo, y el director de la Real Académica Española, José Manuel Blecua Perdices.
Además, los escritores Gloria Pérez Salmerón, Víctor García de la Concha, Fina García Marruz (en su representación José Adrián Vitier), Pilar Martín Laborda, Antonio Lobo Antunes, Genoveva Iriarte Esguerra, José Miguel Santiago Castelo, José Manuel Mendes, Luis Antonio de Villena, entre otros.