¿Quién es ÉL? ¿De quién estamos hablando?
De quien más estamos hablando, del Único. Del “Supremo Capitán de cielo y tierra”.
Ya lo dijo el sabio Apache, que a Él lo sentía, lo contemplaba, cuando fumando con su pipa sagrada, meditaba. Y de esta manera lo podía percibir, podía buscarlo y encontrarlo con nuevas respuestas y en inefables mundos agitados, que se hacían visibles entre el humito; la cortina de niebla que el velo del supremo misterio oculta y el arcoiris de los colores que pintan la realidad, para manifestar ese su supremo amor y grandeza. Así, este hombre natural, comentaba que lograba percibirlo entre las nubes y las fumarolas. Le contemplaba danzar, expandiéndose, por su pura voluntad de donar su amor infinito en los seres que pueblan la tierra.
Aquí, nosotros, los que padecemos este mundo atroz y que hemos dejado de honrar la naturaleza sagrada de que esta hecho la tierra y el universo todo, seguimos preguntándonos. ¿Y dónde estará esa su maravillosa presencia que ya no es tema y solemos olvidar? Pues hemos construido una sociedad, que en los hechos ha perdido toda referencia con la fuente del Todo del cual formamos parte.
Y ante ese olvido, vale intentar una justificación?
Quizás ese olvido se deba a la embriagues de haber recibido en tan poca sangre y carne la inmensidad del poder y del amor infinito. Será por eso acaso que ya no lo pensamos y lo olvidamos y poca atención le damos. O será que solo nos acordamos de ÉL, de vez en vez, principalmente cuando estamos en desgracia. Hay cabrón, que tan grande será el ego humano, que su presencia y referencia en nuestras vidas solemos hacerlo totalmente invisible.
Solamente – la más de las veces – ahogados por los acontecimientos negativos que arrastramos y regularmente en esas circunstancias, volteamos a buscarle, desesperados.
Olvidamos que estamos tan cerca de ÉL, no entendiendo que su infinito amor está en el corazón nuestro.
Ya no queremos saberlo, que Él es el Verbo, es la plena palabra del amor y nos ha regalado una chispa de su fuego para caminar por la vida.
Pero tenemos que detenernos en nuestra loca carrera “por la vida” (azuzados por la ambición, la vanidad y el miedo inconsciente) al menos por un momento para buscarle. Ahí está, esperándonos en las infinitas sendas por Él construidas. Solo dejemos a un lado el orgullo, la soberbia “intelectual” y solo con eso se abrirán puertas que guardan respuestas a la crisis existencial del hombre moderno.
ÉL, que es el camino, nos deja ver sus infinitas veredas; ahí está en el mundo, en nuestro interior, solo contemplémosle. Su rostro resplandece y solemos no verlo, nuestros ojos son de ciegos.
No olvidemos que Solo ÉL puede conjugar todos los verbos.
Pero lo más importante para nuestra redención, es que solo le basta el verbo AMAR.
Una invitación. Convirtámonos, por un momento, en hombres inmersos en ese rol mágico del buscador de misterios y dimensiones invisibles y ocultas, sin las cuales no podremos alcanzar la trascendencia, la comprensión de la verdad suprema que en él se encuentra.
Recordemos que El Todo está relacionado con Todo, del cual formamos parte.
A Él, busquémosle en sus infinitas conjunciones verbales. Referiremos algunas.
Y Quizás, si concentramos nuestra intuición, lo podremos contemplar en toda su magnificencia:
Él. Quien estuvo, está y estará:
Activo, en el fondo de las humanas células.
Agitando, la espirituosa sangre de los hombres.
Azuzando, el movimiento sagrado de las estrellas…..
Continuará……
Adolfo.carrillo@presenciamexico.com