Se trata de una pieza que Warhol (1928-1987) ejecutó en rojo y negro, en la que el artista mira de frente a su público y que se exhibió en Londres con un gran éxito de crítica unos meses antes de que su autor falleciera.
“La obra expresa la naturaleza efímera de la vida y de la celebridad”, explicó la responsable del área de arte de posguerra y contemporáneo de la firma, Amy Cappellazzo, para quien el autorretrato “habla de la existencia humana y de la muerte, siempre presente”.
Esta pintura, la primera en la que el autor usó el autorretrato para explorar “su propia mortalidad de forma directa y honesta”, explicó Cappellazzo, funde fotografía y pintura en una sola imagen para condensar “diversos temas del arte de Warhol”.
La obra forma parte de una serie de siete autorretratos que Warhol pintó en 1986, que a excepción del que se subasta, permanecen en diversas fundaciones o museos abiertos al público, como el museo Guggenheim de Nueva York o el Museo Andy Warhol en Pittsburgh (Pennsylvania).