El deslinde del PRI y Peña Nieto de Tomás Yarrington, al corroborar las investigaciones de la DEA por “lavado” de dinero, cuando fue gobernador de Tamaulipas, es un acto propagandístico que confirman la hipocresía y la impunidad de la clase política mexicana.
Como en anteriores ocasiones, cuando coinciden periodos electorales aquí y en Estados Unidos, la DEA es usada como brazo transnacional de intimidación para acalambrar y recalentar los comicios en ambos lados de la frontera común con los gabachos.
Recordemos que el 1ro de julio, los mexicanos elegimos al sucesor de Calderón, pero los estadounidenses también eligen, o reeligen en noviembre, según sea el caso, al patrón de la Casa Blanca.
Según encuestas, allá sí tienen autonomía de los candidatos y partidos, el republicano Mitt Rommey avanza fuertemente para desbancar al presidente Barak Hussein Obama, que ahora sí, busca seducir el voto hispano, donde el mayor porcentaje de electores de esta minoría creciente, radica entre latinos de ascendencia mexicana.
No es casualidad que la DEA, en manos de un funcionario designado por Obama, truene ahora mediáticamente el asunto del ex gobernador tamaulipeco, con la finalidad de enviar un mensaje de ataque al crimen organizado, para saludar a los potenciales votos mexas.
Para acallar dudas, el candidato presidencial del PRI y la dirigencia de su partido se adelantan y dan la espalda a tan importante personaje de la estructura partidista como lo es Yarrington, convalidando de esta manera las pesquisas de la agencia antidrogas norteamericana. Lo hacen para evitar mayor daño colateral a la campaña del priísta, pese a que se desconoce oficialmente, por lo menos en México, mayor información sobre el caso.
En este episodio, como en muchos otros, la PGR y la SIEDO carecen de información oficial y precisa, o al menos no han dicho que exista algún expediente abierto en contra del ex gobernador norteño. Ahora, de ser ciertas y auténticas las acusaciones de la DEA, que pesan sobre el ahora suspendido de sus derechos en el tricolor, una vez más las instituciones mexicanas encargadas de perseguir a la delincuencia organizada, quedarán expuestas como organismos de membrete o agencia de intimidaciones políticas, que para el caso de complicidad por omisión, resultan lo mismo.
Estas acusaciones han provocado mucho revuelo en el de por sí ya calientísimo ambiente electoral que se vive en México. Pero la oportunidad de sacarle raja no ha sido desaprovechada por la candidata presidencial del PAN ni por gente ligada a su proyecto, que han señalado al PRI como un nido de corruptos.
De hecho, Josefina Vázquez Mota se fue duro y a la yugular del que fuera gobernador de Coahuila y efímero dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira. En Torreón, la aspirante presidencial panista echó mano del lenguaje chocarrero y pidió al ex mandatario: “que no regrese, sino lo que se robó”. Esto, en alusión a la deuda de 35 mil mdp que Moreira Valdez heredó a los coahuilenses. Y, que “ en el PRI no caben los corruptos, porque ya están llenos de ellos”.
Como Josefina, Gustavo Madero, José González Morfín y AMLO han dirigido sus baterías en contra de personajes con mala fama pública, tales son los casos ya mencionados de Yarrington y Moreira, pero también contra Ulises Ruíz, José Murat, Reyes Baeza, Mario Marín y Carlos Romero Deschamps.
Todos los casos han sido explotados mediáticamente campaña tras campaña, pero por razones desconocidas o por más extrañas que parezcan, salvo Tomás Yarrington, ninguno de los “oscuros” personajes mencionados ha sido acusado formalmente, mucho menos les han probado los abusos, nexos y atrocidades que se les imputan.
Como a la mayoría del colectivo, no soy ajeno a la metralla y pirotecnia político-electoral, es más, comparto, como muchos, basado en los endeudamientos de las entidades que gobernaron y en los privilegios y prebendas de las que gozan, como es el caso del sempiterno dirigente sindical petrolero; que estos señores no son hermanos de la caridad o peritas en dulce.
Para colmo de los mexicanos, mientras no se les habrá expedientes a estos tipos, sean llamados a declarar formalmente y no se les ponga tras las rejas, las acusaciones y señalamientos seguirán en el terreno de la especulación o irán a parar a la robusta impunidad que se placea en México desde hace 82 años.
P.D. José González Morfín, actual coordinador de los senadores del PAN, lo fue también de los diputados panistas en San Lázaro de 2003 a 2006. En la próxima legislatura va nuevamente como candidato a diputado federal plurinominal, la tercera, más otra local, todas por esa vía. Llegará con amplia experiencia, y talento, eso espero, para que ahora sí, salgan las reformas estructurales que el país necesita
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