No pudo faltar la danza de los matachines chihuahuenses, quienes representan hoy por hoy, al acervo cultural rarámuri, parte de la tradición viva que se siente como tal y afianza los vínculos como pueblo.
Se contó también con la participación del Coro Ne newá; conjunto de niñas y niños provenientes de la Primaria de la Granja Hogar, conformado en un 76% por rarámuri, que interpretaron varias melodias en su lengua natal, cerrando su presentación con la liberación de varias palomas blancas, simbolo de paz.
De México estuvo la tradición musical y literaria de Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú, en su presentación mezclarón el “huapango arribeño y la poesía decimal campesina” con el rap demostrando a los asistentes que todas las culturas se pueden conjugar.
Durango nos deleitó con la música tradicional huichol del grupo “Kinto Sol”, que nace con el objetivo de rescatar la esencia de los abuelos, de fortalecer y difundir a cultura wixarika.
No menos importante fue la participación de la instalación multimedia del grupo “Gigacircus”, quienes provenientes de Francia, unen al espacio público o natural las artes digitales.