Este inglés, cuya edad no quiere dar a conocer, comenzó su peregrinaje en 1987 y desde entonces lleva recorridos 25 países de Europa, Asia y Oceanía. A lo largo de las tres décadas pasadas, Hamon ha llevado su fe (y su pesada cruz) por naciones exóticas y lejanas como Bangladesh, Nepal, Nueva Zelanda, Rusia y Sri Lanka, así como también en países cristianos como Italia, Alemania y Francia.
“He visitado lugares hermosos, pero también me tocó ser atacado y hasta expulsado de la Plaza San Pedro, en Roma”, cuenta Hamon, quién planea seguir de gira por todo el mundo y continuar con su “carga” por algunos años más.
La cruz de madera de cedro que lleva en sus espaldas 12 horas por día, mide 3 metros y medio de largo por casi 2 de ancho. En la base, el crucifijo gigante tiene una rueda que permite a Hamon transportarlo con un poco de facilidad, ya que arrastrar semejante madera no sólo sería extremadamente difícil, sino que podría arruinar las calles y lugares donde lo lleva, además de ir gastando y rompiendo la cruz.
“Traté de dejar mi trabajo y dedicarme a llevar la cruz y la Palabra de Dios a tiempo completo, pero no tengo el dinero suficiente para llegar a fin de mes”, dijo el hombre. Por eso, cada tanto, tiene que regresar a su ciudad (Cornwell, Inglaterra) a trabajar y juntar plata para seguir con su misión.