“La siembra de semillas transgénicas amenaza a la apicultura y a sus organizaciones, las cuales han permitido resolver problemas en el campo como el desempleo y la migración a Estados Unidos”, dijeron productores de miel en una carta enviada a Mayorga Castañeda, así como a Juan Rafael Elvira Quezada y Salomón Chertorivski Woldenberg, titulares de las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales y de Salud, respectivamente.
“Debido al amplio rango de pecoreo (recolección de polen y néctar) de las abejas –de dos a 14 kilómetros de radio–, es imposible evitar que se acerquen a los cultivos transgénicos a cielo abierto, ya que la flor de la soya produce un néctar atractivo para éstas”, lo que implica “contaminación de la miel, además de que el polen de maíz también les atrae”, manifestaron en la carta, respaldada por más de 400 firmas.
Agregaron que “es imposible la coexistencia entre la producción de miel orgánica y la siembra de productos transgénicos, como soya, maíz y otros cultivos, ya que las normativas de certificación orgánica internacional consideran a la miel y sus derivados como productos naturales libres de cualquier sustancia extraña”.
Afirmaron que lo anterior “lleva a la pérdida internacional de mercados, sobre todo del europeo, principal comprador de la miel mexicana, debido a la decisión de la Corte de la Unión Europea, que implica una tolerancia cero a transgénicos”.
Aseguraron que en 2011, el sector apícola “sufrió el rechazo de contenedores de miel por presencia de polen transgénico, lo que ha ocasionado pérdidas económicas” a los productores.
Consideraron que ello “es una seria amenaza para la apicultura en nuestro país, ya que ésta genera un ingreso de divisas por 83.87 millones de dólares, para 41 mil familias de apicultores en el país, que trabajan con 1.8 millones de colmenas, las cuales generan también servicios de polinización a cultivos, con ingresos anuales aproximados por 65 millones de pesos”.
Los asistentes a la conferencia, que finalizó este domingo, reiteraron su petición de que así como ocurrió con Perú, se dé una moratoria de 10 años de uso de cultivos transgénicos,“hasta que se demuestre científicamente que no hay riesgos a la salud, al ambiente y a la biodiversidad”.
Subrayaron que la apicultura “es una de las mejores oportunidades para la generación de ingresos en amplias regiones rurales del país”.
La Jornada