El desatado interés de diversos actores y partidos políticos mexicanos por posicionarse rumbo a la elección presidencial del año 2012 es más que evidente. Quizá pocas veces se había visto una lista de aspirantes tan nutrida y heterogénea como la que ahora existe. Es el PAN el partido que mayores exponentes está tratando de lanzar al ruedo político, en este desenfreno del que estamos siendo testigos en el ocaso del actual sexenio. Por su parte el PRD, que tampoco quiere quedarse atrás, hace lo propio al perfilar las posibles candidaturas de Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno del D.F.; y de Carlos Navarrete, líder de los senadores perredistas. El PRI por supuesto no carece de interés y perspectiva, sin embargo aguarda con prudencia los tiempos pues se sabe puntero, tanto en el favoritismo del electorado como en la posibilidad de que su candidato de unidad resulte ser el hoy gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. No obstante la inminente postulación priísta, el senador tricolor Manlio Fabio Beltrones mantiene esperanzas y trata por los medios a su alcance de ganar la carrera por la nominación de la candidatura presidencial de su partido.

 

 

 

La razón de que se hallen desbocadas las intenciones y expectativas políticas no es una sola, sino que obedece a diversos factores, aunque una de las principales causas del aquelarre político que hoy se vive estriba en la desesperación que agobia a los panistas, quienes, empezando por el mismo Presidente de la República, Felipe Calderón, ven muy escasas probabilidades de conservar el poder federal en los comicios del año entrante. Tan preocupado se halla el panismo ante la anunciada derrota, que con absoluto descuido a las formas, el primer mandatario ha girado instrucciones a varios de sus secretarios de estado para que sin el menor recato revelen sus aspiraciones a la silla presidencial y comiencen a desplegar dentro o fuera del país labores de proselitismo, incluso a costa de los recursos del erario público; lo cual constituye un delito y ya ha sido motivo de censuras por parte del PRI. Entre los adelantados por consigna del mandatario se hallan secretarios como Ernesto Cordero, de Hacienda; Javier Lozano, del Trabajo; Heriberto Félix, de Desarrollo Social; y Alonso Lujambio; de Educación. Además de los externos al gabinete, como Emilio González, Gobernador de Jalisco; Josefina Vázquez Mota, líder de la bancada de diputados panistas; y el senador Santiago Creel.

 

Otro factor lo constituyen el desasosiego e insatisfacción que aún corroen al excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador y a varios dirigentes perredistas, quienes todavía no aceptan el polémico y casi imperceptible descalabro electoral que sufrieron ante Felipe Calderón en la elección presidencial del año 2006, en la que prácticamente se registró un empate técnico entre ambos contendientes. Nunca como en ese inédito e irrepetible año, la izquierda mexicana vio tan cerca la posibilidad de arribar a la presidencia de la nación, por ello, imbuidos de una amarga y nostálgica esperanza, el protagonista de esa contienda y los principales dirigentes izquierdistas sueñan con poder concretar en el 2012 sus aspiraciones. Debido a sus diferencias con el perredismo, tal vez el tabasqueño sea postulado bajo otras siglas partidistas.

 

Así, en medio de un torbellino de arrebatos y pasiones políticas, provocado en buena medida por la incertidumbre y el temor que embargan al titular del Poder Ejecutivo, hoy México se aproxima a una elección presidencial con más de una decena de potenciales candidatos, algunos de los cuales están incurriendo en claras violaciones al marco jurídico vigente. La desesperación y la imprudencia han llevado a Calderón y al PAN a soslayar la institucionalidad y el cuidado las formas, convirtiendo en una especie de romería o subasta la sucesión presidencial.

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