Bien preparado y con madurez se vió Enrique Peña Nieto, candidato priísta a la Presidencia de la República, durante la difícil prueba que significó para él la reciente entrevista con los periodistas del programa televisivo “Tercer Grado”, en la que fue objeto de constantes buscapiés por parte de Denise Maerker, Adela Micha, Ciro Gómez Leyva, Carlos Marín, Carlos Loret de Mola y Joaquín López Dóriga. Es evidente que el exgobernador del Estado de México ha crecido considerablemente a lo largo de los dos meses de campaña política, en los que pese a los obstáculos que el PAN y el PRD le han interpuesto jamás ha perdido el rumbo, la compostura, ni el estilo, lo cual revela una virtud y un acierto: el temple del político mexiquense y el experimentado equipo que lo asesora.
Quizá los contendientes de Peña Nieto e incluso los astutos periodistas dudaban de su capacidad para sortear con fina diplomacia y “mano izquierda” las situaciones difíciles. Una vez concluidos el debate y la referida entrevista televisiva -dos de las exhibiciones que mayor expectación generaron en la opinión pública nacional- se ha podido sopesar el verdadero talento político del aspirante del PRI. Ya comienza a dibujarse con trazos de mayor dimensión la figura de Peña, así como a justificarse la permanente posición que desde antes del inicio de la contienda lo ha mantenido como puntero en las encuestas sobre las preferencias del electorado.
Por lo que respecta a la candidata panista Josefina Vázquez Mota, en su turno frente a los acuciosos periodistas del citado programa televisivo, tuvo una magra y desangelada presentación. Cuando le tocó el momento de comparecer ante Lopéz Dóriga y sus colegas la candidata “diferente” dejó ver dos defectos palpables que revelan el escueto perfil con el que pretende hacer el milagro -como semanas atrás dijera de ella el expresidente y compañero suyo de partido, Vicente Fox Quesada- de llegar a la Presidencia de la República: su intolerancia y descompostura ante los cuestionamientos incisivos, y su carencia de habilidad -por decirlo en forma suave- para responder con sagacidad y elocuencia a las inquisiciones de sus maliciosos interlocutores. La abanderada del PAN prácticamente terminó derrotada después del encuentro con esos avezados comunicadores; si el primero de los dos debates que se efectuarán con los otros tres candidatos presidenciales mermó seriamente la imagen de Vázquez Mota ante la ciudadanía al evidenciar su ausencia de aplomo y su fragilidad política, la entrevista terminó por sepultar sus aspiraciones a la silla presidencial, pues en esta última su escasez de argumentos para contrarrestar a los perspicaces entrevistadores la proyectó como una política sin ideas claras e insegura.
A su vez, Andrés Manuel López Obrador, candidato perredista y de la izquierda unificada, arriba a su segundo intento por ocupar la residencia de Los Pinos desgastado y con menguado capital político. Fiel a su controversial, acre y mordaz estilo, a medida que avanza su campaña vuelve a mostrar su innata actitud beligerante, alejándose cada vez más de la mercadotécnica y artificial “filosofía amorosa”, que diseñó como estrategia para venderse bajo una nueva imagen política que lo hiciera recuperar sus hoy añorados niveles de popularidad que en la elección del 2006 lo situaban como favorito, o al menos le permitiera salir del sótano en el que se hallaba al comienzo del actual proceso. Su desesperación lo ha hecho caer en la tentación del juego sucio, mismo que, a juicio de algunos, ya desplegó a través de la instigación de varias marchas estudiantiles en contra de Enrique Peña Nieto. Los adagios que afirman que “todo tiempo pasado fue mejor” o “segundas partes nunca fueron buenas” terminarán aplicándose a la perfección en el caso del aspirante tabasqueño, pues –hablando en términos olímpicos- aunque es posible que termine desplazando a Josefina Vázquez Mota al tercer lugar del podio, en el mejor de los escenarios posibles una vez más solo podrá conquistar la medalla de plata.
Así las cosas, mientras los proyectos de los rivales de Enrique Peña Nieto no avanzan, el devenir del proceso electoral en curso está dando por resultado la consolidación del candidato tricolor como un actor político cada vez más afianzado. Esto confirma la veracidad de las predicciones y expectativas preelectorales que desde mediados del actual sexenio vienen girando en torno al exmandatario mexiquense, quien se encamina con firmeza hacia el triunfo en los comicios presidenciales del presente año.
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