La casa iluminada…

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Una buena parte del afortunado período que ahora acompaña a la nación mexicana se funda en su estabilidad y saneamiento a nivel macroeconómico, factores que contrastan con la compleja situación financiera que enfrentan tanto los Estados Unidos de Norteamérica como algunas de las economías europeas entre las que se hallan Italia, España y Grecia. Ese disciplinado manejo de las finanzas nacionales aplicado durante los últimos tres sexenios es la razón principal que hoy esgrime México para estar en la mirada de las más notables potencias de Norteamérica, Europa y Asia.

Las recientes visitas de estado efectuadas a su homólogo mexicano Enrique Peña Nieto, por los presidentes Barack Obama, de Estados Unidos; y Xi Jinping, de China; son hechos que revelan en la práctica la fama que México hoy goza en los círculos periodísticos, políticos y financieros internacionales. No obstante el buen momento por el que atraviesa México, son diversos y lacerantes los desafíos internos –algunos de ellos ancestrales- que enfrenta. Hoy se contraponen como fuertes diques que impiden la plena transición hacia  la modernidad mexicana, frustrando los legítimos anhelos de justicia, bienestar y desarrollo generalizado, el rezago educativo, la inseguridad y la pobreza, pesados lastres con los que nuestra nación ha tenido que lidiar pagando un alto costo socioeconómico y político.

Después del bajo perfil y los desaciertos mostrados por la política exterior mexicana bajo los mandatos de los ex-presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, resulta adecuada la actual estrategia enfocada hacia el reposicionamiento de México en el escaparate mundial -en el que siempre se movió como pez en el agua durante los gobiernos priístas-, pues es de evidente beneficio para la nación recuperar el dinamismo y la participación que históricamente han dado notoriedad a su presencia en los foros internacionales. Sin embargo, es igual o quizá mayormente importante avanzar en las significativas reformas internas que permitan consolidar a los sistemas fiscal, educativo y político haciendo de ellos un verdadero régimen democrático de justicia social y oportunidades para el bienestar y el desarrollo individual y colectivo de todos los mexicanos.

Sin duda, los determinantes golpes de timón que en los próximos meses habrá de dar el actual gobierno nacional serán las grandes reformas hacendaria y energética que por años han sido postergadas ante falsos nacionalismos y mezquindades de tipo electoral, provocando un irreversible receso al crecimiento nacional, que hoy todos lamentamos. Todos lo sabemos y nadie puede desmentirlo: el incremento en la captación fiscal y la modernización de la industria petrolera son dos de las más importantes palancas que México necesita para apuntalar un crecimiento económico sostenido y una pujante movilidad social como los que hace cincuenta años hicieron que en el mundo entero se le conociera a nuestra patria con el honroso mote de “el Milagro Mexicano”. México está de nuevo en la ruta correcta y se encuentra en la antesala de un nuevo estadio de bonanza, bajo la conducción de un gobierno consciente de que aunque resulta importante ser candil de la calle, lo verdaderamente trascendente es tener la casa iluminada.

Comentarios o sugerencias: carlosjaramillovela@yahoo.com.mx

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