Fiel a la tradición de la fiesta, que mezcla costumbres de las culturas prehispánicas y del catolicismo, Adela Fernández, hija del artífice de la época de oro del cine mexicano, se esmera con sus 30 colaboradores en decorar con mes y medio de antelación los altares con coloridos banderines de papel de china, flores, objetos, música y comida que agradaba a los amigos de la familia fallecidos.
“
Lo que pasa es que los amigos queridos de mi papá eran gente de cine; no es que le hagamos a los famosos; eran famosos, pero son nuestros amigos. Este año agregué gente importante en la cultura de México, que tiene que ver con la ideología de mi papá”, contó Fernández.