La investigación se fundamentó en una muestra representativa. Sus autores realizaron un sondeo confidencial telefónico de más de 6.500 adolescentes (entre 10 y 14 años de edad) y posteriormente seguían la conducta de los encuestados a lo largo de dos años.
Más allá de determinar la exposición al cine y el consumo del alcohol, los sociólogos analizaron la influencia de factores externos en este comportamiento. Entre ellos figuraban los anuncios publicitarios que veían los chicos, el entorno del hogar, el comportamiento de sus amigos y su rebeldía personal. Pero la relevancia de todo eso resultó menor que la de las películas.
Al ser expuestos a la ‘mala’ influencia del cine, los adolescentes mostraban un aumento del 4% al 13% en proporción a los que se emborracharon en alguna ocasión o sistemáticamente. Mientras que la de los que empezaron a tomar bebidas alcohólicas crecía del 11% al 25%.
Incluso en Alemania (que cuenta con una importante industria cinematográfica) el 80% del impacto de las escenas ‘alcohólicas’ viene de Hollywood, admiten los investigadores. En muchos casos se trata de la publicidad por emplazamiento. Solo está prohibido en EE. UU. promover de este modo el tabaco, pero la norma no afecta al licor. Por eso, dicen los científicos, que la mitad de los estrenos de Hollywood contienen al menos una marca de alcohol consumida durante la acción.
Los científicos sugieren a los padres que “se centren en las intervenciones” en lo que miran sus hijos y limiten los medios de comunicación y la publicidad que están al alcance de los jóvenes. Además, a su juicio, el hallazgo urge a que Hollywood aplique a las apariciones de alcohol las mismas restricciones que las aplicadas al tabaco.
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