Felipe Calderón… arbitrariedad y mentira

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De nuevo el presidente Felipe Calderón se metió en el ojo del huracán, al declarar, durante su participación en la reunión privada de consejeros de Banamex, que Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN a la Presidencia de la República, se halla a solo cuatro puntos porcentuales por abajo del candidato puntero, el priísta Enrique Peña Nieto. No es la primera vez que Calderón muestra actitudes similares a la asumida con los banqueros; durante su sexenio ha dado claras muestras de su permanente afán por entrometerse tanto en las elecciones constitucionales como en la política interna de su partido. Siempre lo ha hecho de manera deliberada, y ahora no ha sido la excepción.

 

Es fácil recordar el conflicto que Felipe Calderón generó en Chihuahua, cuando en 2009, dentro del marco de los comicios federales para la renovación de la Cámara de Diputados envió al otrora dirigente nacional de PAN, Germán Martínez Cázares -acompañado de la aún hoy senadora, Teresa Ortuño-, para difamar al entonces gobernador Reyes Baeza Terrazas, expresando en su contra una serie de descalificaciones que evidenciaron el desaseo político de la élite blanquiazul y el espíritu intervencionista del inquilino de Los Pinos. Ese agravio explica la acre relación que el mandatario federal mantuvo con Reyes Baeza, debido a que este jamás se doblegó a sus injurias.

También los arribos a la dirigencia nacional panista que en su momento marcaron los ascensos, primero de Germán Martínez, y posteriormente de César Nava -quien entró en relevo del primero-, constituyen ejemplos del autoritarismo calderonista, que cosechó animadversiones y reclamos de diversos grupos y actores del panismo.

Si bien es cierto que la reciente arbitrariedad cometida por el titular del poder ejecutivo federal es una muestra más de su obstinado empeño en controlar ámbitos políticos ajenos a su competencia, rebasa a los abusos anteriores. El actual capricho del presidente no solo es una grave violación al marco jurídico electoral vigente, sino además una burda y premeditada maniobra, que mediante una falsedad pretende generar la percepción colectiva de que Josefina Vázquez Mota se halla posicionada al nivel de Enrique Peña Nieto.

En respuesta a la desfachatez de Calderón, el PRI y el PRD han expresado un enérgico rechazo a sus preconcebidas y malintencionadas expresiones, por lo que exigieron al Instituto Federal Electoral que aplique al desbocado presidente las sanciones correspondientes. El daño está causado, sin duda el atropello jurídico-político cometido por Felipe Calderón tendrá negativas repercusiones, tanto para su imagen personal como para la de su ahijada Josefina Vázquez Mota.

Imposible tapar el sol con un dedo, tan burdos como la perversa y cavilada insolencia del presidente, han sido los boletines de prensa emitidos por el PAN y la Presidencia de la República para tratar disipar el escándalo nacional que con su descaro provocó Calderón. En ambos comunicados, que además tuvieron una redacción casi idéntica, la cúpula panista y la oficina presidencial solo intentaron confundir a la opinión pública externando falazmente que durante dicha reunión con banqueros el presidente jamás mencionó a partidos o candidatos, pero no se atrevieron a negar que Calderón dijo a los cientos de asistentes que Vázquez Mota estaba a poca distancia de Enrique Peña Nieto.

Dos mentiras giran en torno a lo ocurrido. La hipocresía de los boletines de prensa del PAN y Los Pinos quedó descubierta después de que varios de los asistentes al evento, sorprendidos ante la irresponsable actitud del presidente, revelaron a los medios de comunicación que Calderón sí hizo referencia a los candidatos del PRI y el PAN, así como a la supuesta cercanía porcentual de Vázquez Mota respecto a Peña Nieto. La otra gran mentira, urdida con total premeditación, alevosía y ventaja, es la que el mandatario divulgó en el multicitado encuentro con empresarios financieros, al afirmar que tenía una encuesta en la que su candidata estaba prácticamente empatada con Enrique Peña Nieto. Es evidente que una vez más Felipe Calderón, bajo la premisa de que el fin justifica los medios, transgredió las formas y violó la ley, porque su finalidad es crear un escenario ficticio para confundir a la opinión pública nacional, haciendo circular la fabulosa versión de que la candidata del PAN ha adquirido entre el electorado un alto nivel de popularidad y preferencia, lo cual dista mucho de la realidad.   

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