Iniciaron las campañas electorales en México, con la clara supremacía del candidato priísta Enrique Peña Nieto sobre los demás contendientes: Josefina Vázquez Mota, del PAN; Andrés Manuel López Obrador, del PRD y la izquierda unida; y Gabriel Quadri de la Torre, del PANAL. El proceso resultará muy desgastante para los aspirantes de la derecha y la izquierda, pues la primera tiene frente a sí la responsabilidad de refrendar la permanencia del panismo en el poder, cosa que se vislumbra poco menos que imposible de lograr; mientras que el segundo -quien jamás quiso reconocer la derrota que hace seis años le infligió el entonces candidato albiazul Felipe Calderón-, se siente acreedor de una deuda cuyo pago él cree que debe ser la presidencia del país, lo cual también se ve como algo inasequible.

 

No hay mucho qué decir de Quadri, el desconocido e improvisado aspirante que apareció a última hora en la contienda, no con el fin de obtener la para él inalcanzable presidencia, sino con el objetivo de tratar de evitar la inminente pérdida del registro que amenaza al PANAL desde que el PRI decidió dejar de ser su aliado y protector.

Enrique Peña Nieto, sin la presión que agobia a su competidores, tiene todo para incrementar, como ya lo está haciendo, su amplio nivel de aceptación entre el electorado, y así ganar la elección presidencial en juego. Ya dio muestras de ello, pues una encuesta reciente reveló que su dinámico arranque de campaña le produjo al ex-gobernador mexiquense un bono adicional de varios puntos porcentuales que aumentó su ventaja sobre los otros candidatos. Además algunos analistas afirman que el abanderado tricolor está desplegando una muy bien elaborada y eficaz publicidad televisiva, lo que demuestra la sólida estrategia mediática que dará soporte a su campaña.

Otro importante aspecto que acompaña a la postulación de Peña Nieto lo constituyen la innegable fortaleza y experiencia del Partido Revolucionario Institucional, cuyo patrimonio histórico, ideológico y político -reconocido entre el conjunto de partidos políticos latinoamericanos- es muy superior al del resto de los partidos políticos de México. En el instituto político y el equipo de campaña de Enrique Peña convergen el conocimiento, el talento y la sensibilidad que no se dan por decreto, sino como consecuencia de la auténtica participación política y vocación social ejercidas a lo largo de décadas de fructíferos gobiernos.

En el presente proceso electoral se perciben endebles, y con escasas posibilidades de triunfo, las candidaturas de Vázquez Mota, López Obrador y Quadri. La primera de ellas, lejos de emitir una luminosidad o chispa propia, refleja solo el deseo de sostener lo insostenible, intentando continuar la racha gobiernista protagonizada por Vicente Fox y Felipe Calderón –este último casi milagrosamente-. Josefina Vázquez no emite brillo e intensidad personales, maneja su discurso en una forma que no resulta convincente, y la imagen que proyecta no es la de una líder política, sino más bien la de una ex-funcionaria pública investida de candidata, cuyo perfil no es ni la sombra de lo que seis años antes fuera el candidato antecesor albiazul Felipe Calderón. Por su parte, a Andrés Manuel López le cuesta mucho sacudirse los estigmas del rencor y la venganza, pese al matiz de “cordialidad y amor” que ha pretendido imprimir a su regreso en busca de la Presidencia mediante la renovada estrategia electoral con la que, seis años después de su sonada derrota, otra vez se presenta a los comicios. La intransigencia y la belicosidad que el tabasqueño deja entrever en sus declaraciones y discursos hacen que se le considere como a un político al que la obcecación y el afán por saldar rencillas personales terminaron rebasándolo, menguando la envidiable posición que llegó a tener hace seis años, y restándole la otrora alta credibilidad conquistada ante los electores. De Quadri hay poco qué hablar, sabemos que su arribista incursión en los comicios es el cumplimiento de una formalidad indispensable para tratar de evitar la muerte política de su partido.

Bajo tales circunstancias, el actual escenario político de México permite predecir el desenlace que desde años atrás han venido anunciando la mayoría de los periodistas y analistas políticos. El éxito con el que Enrique Peña Nieto se alzará el primer domingo de Julio del presente año será, entre otras cosas, la crónica de un triunfo histórico largamente anunciado.

Comentarios o sugerencias: carlosjaramillovela@yahoo.com.mx

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