Por Él, con Él y en Él, tiene sentido el Universo y nosotros….

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Sigamos hablando de “ÉL”.

Solo recordemos que con el pensamiento y la intuición que poseemos y de nuestro espíritu, que ese Omnipotente y Omnipresente Ser nos compartió y del cual derivamos, y somos uno con Él; es por ello que nosotros, podemos conocerle. Recordemos que venimos de ese orden diseñado por la divinidad; y estamos aquí, viviendo, en este gran ser que es la Tierra.

 

Somos parte de esa creación del Verbo Divino de donde derivan estrellas y soles y planetas y seres orgánicos dotados con mente.

De esa su voz, de su sonido, de esa su vibración, de su frecuencia, de un viento del cielo, de esa luz, de ese fuego viviente… De ahí venimos.

Decíamos ya, que Él se manifiesta de infinitas maneras en todas las dimensiones y realidades del cosmos.

Y aquí, en estas escasas líneas de letras y palabras, queremos referirnos de manera limitada pero vivida, sobre diversas manifestaciones de su presencia, en esta nuestra dimensión terrestre y humana. Damos cuenta, solo a manera de ejemplo, de esas sus maneras infinitas y eternas en que es posible sentir u percibir su existencia, de manera invisible para nuestras sentidos físicos, pero muy real a los ojos de la intuición y del Yo superior que todos llevamos en el alma.

Pues bien, cabe decir, que queremos comentar y compartir nuestras limitadas percepciones sobre esa Omnipresencia; sobe esa Esencia Divina, Eterna, Suprema.

Cabe señalara que todos podemos seguir esa hoja de ruta mediante la cual vislumbramos su presencia. Lo podemos percibir en todas las cosas y formas físicas u orgánicas de que esta hecho el universo. Y podremos ver, que también se encuentra presente en todas las culturas, religiones, cosmovisiones de los pueblos y naciones de la Tierra. Y también late en sus anhelos, pensamientos trascendentes y mitos particulares.

Todos los pueblos y naciones tiene sus cosmogonías, un grandioso universo, en el que desarrollaron sus vidas ancestrales. Mitos y creencias que nos han venido conectando con Él. Pero todas ellas en el presente, se encuentran muy tergiversadas; poco se entienden, se viven y meditan sobre sus profundas y trascendentes verdades, poca importancia tienen en nuestra cotidianeidad, por el concepto de la prisa que hemos propiciado y consentido en esta era del Kali Yuga, donde nos encontramos aprisionados, quienes estamos globalizados por la telaraña de esta prisión constituida por una visión materialista de la vida, despojada y alejada de la Fuente Suprema de todo lo viviente.

Ahora, que nos encontramos en “el fin de los tiempos”, nuestra adoración se manifiesta de la forma y manera más grosera por nuestra inconsciencia, en el Becerro de Oro de la era moderna. El dios dinero.

Por ahora, hagamos un alto en nuestra loca carrera de la ambición, la vanidad y el miedo que nos caracteriza. Sí, dejemos por un instante esa concepción materialista del mundo contemporáneo, globalizado, profundamente injusto, alejado del espíritu que predicó, encarnó y sostuvo el divino maestro Jesús El Cristo, para enfocar nuestra atención en su inconmensurable presencia.

Veámosle, contemplemos la divinidad manifestada en todas las expresiones y formas de nuestra realidad y dimensión terrestre.

Solo fijemos nuestra atención e intuición y lo contemplaremos manifestándose:

Acompañando, a la chispa divina que late en el amor humano.

Aceptando, el culto a la belleza de culturas antiguas.

Alimentando, el majestuoso inconsciente colectivo.

Ayudándonos, en los Ángeles que nos cuidan.

Bendiciendo, las palabras sublimes de un poeta.

Cantando, ese mantra que unifica las partes con el todo.

Caminando, en las tierras eternas de lo que fue el Gran e inmenso Anáhuac.

Conversando, con las galaxias que forman el cosmos.

Construyendo, con su voz , las formas de toda montaña.

Cultivando, la flor de oro que llevamos por dentro.

Creando, palabras mensajeras que hacen vibrar la esperanza.

Construyendo, esos sueños de bienestar y victorias del alma

Diseñando, esos mitos fundacionales de las naciones antiguas

Dibujando, la verdad que es una sola.

Danzando con las naciones nativas de la antigua Aztlán.

Despertando, al artista buscador de su reflejo.

Dirigiendo, el amor que penetra todas sus creaciones.

Escuchándonos, antes de que nos alcance la muerte

Feliz, por las metas que los humanos logramos alcanzar.

Imaginando, el diseño de Teotihuacán.

Influyendo, en los anhelos de redención de hombres y naciones

Impulsando, la ley santa de toda atracción.

Inmerso, en los colores de Dalí.

Latiendo, al compás de todo corazón humano.

Llorando, por la tragedia de Quetzalcóatl.

Meditando, en la sierra Tarahumar.

Montado, en la citara de Ravi, que canta en el Tíbet.

Navegando, en la blanca espuma del mar.

Ocupado, con las formas de alta geometría.

Presentándose, en nuestros gozos meditados.

Proveyendo, la energía al corazón del sol.

Pintándose, en el mágico vuelo del colibrí.

Preocupado, por la extinción de tribus y culturas.

Orando, porque no olvidemos  “amaos los unos a los otros”.

Circulando, en nuestros ríos internos de la sangre.

Respetando, la santa libertad que nos concedió.

Reposando, al contemplar nuestras gozos, nuestras risas.

Reconciliando, el monoteísmo hebreo con el politeísmo ario.

Residiendo, en Cristo Jesús, el sol del mundo.

Subyacente, en las mitologías de los humanos.

Suspirando, pues un mortal ha conquistado la verdad.

Sonriendo, al escuchar la poesía impulsora del amor.

Sintetizando, el naturalismo mágico al espiritualismo de nostalgia.

Sollozando, por las guerras que no quisimos evitar.

Untado, en las arenas del desierto.

Viviendo, en los polvos de la carne.

Vibrando, en el núcleo solitario de los átomos. ……………….

 

Ojala usted haya podido imaginarlo con el corazón, contemplado en su danza, donde Él dibujaba paso a paso, balanceándose, cantando, recitando, la suprema conjugación de esos verbos de los cuales dimos cuenta muy limitada.

 

Si no es así, estará en su derecho. Pero “el veinte no le habrá caído”.

 

Quizás para los racionalistas, para los materialistas de lo más corriente, les resulta imposible ver el fulgurante fuego del Yo Supremo, que nos permite conectarnos con Él.

Sin embrago, soy de la opinión, que existen múltiples caminos para alcanzar ese Yo Supremo. Es cuestión de tiempo. Solo sigan esa necesidad interior de buscar.

Sí alguien lo quiere iniciar, solo podemos opinar, que para ello, ciertamente, los senderos y los maestros son inagotables, pero podemos tomar un atajo, y seguir el sendero de la meditación y del despertar de la conciencia. 

 

Y en este sentido, también vertimos otra opinión, de que es necesario un maestro que puede impulsarlo. Existen muchos en la historia de la humanidad; sin embargo, muchas veces sin saberlo, ignoramos que ese maestro, ese Gurú, lo llevamos untado cada quien en el Yo Superior de nuestra alma. Quizás una forma muy común de sentirlo se patentiza en el sufrimiento y el sentimiento de vació que agobia al hombre moderno, desprovisto de un referente superior , sentir el infierno. Es paradójico, que las tinieblas y el dolor nos puedes hacer sentir la Divina Fuente que todo lo contiene y explica.

 

Todo sufrimiento, cuando se toma conciencia de él nos acerca un poco al despertar de la conciencia.

 Villa Rosales Chihuahua, México, un significativo día de 2011 (del 5024 de la era Maya)

 Dedicatoria:

 

        Solo ÉL puede conjugar todos los verbos.

 

Pero solo le basta el verbo AMAR.

Estimado lector para cualquier comentario estamos a sus órdenes en adocar@yahoo.com y Adolfo.carrillo@presenciamexico.com

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