El profesor Paolo Macchiarini, realizador del primer trasplante de un órgano completo cultivado a partir de las propias células de un paciente, hace cuatro años, afirmó que la medicina regenerativa ha avanzado al punto en que es posible prever trasplantes sin donadores humanos ni problemas de rechazo, y sin necesidad de un tratamiento vitalicio con fármacos inmunosupresores.
La nueva técnica implica construir un “armazón” artificial –que podría estar hecho de órganos de animales a los que se hayan extraído las células vivas–, en el cual se insertarían células troncales del propio paciente, que se cultivarían hasta crear un órgano completo y funcional, listo para el trasplante.
“Ese enfoque ya se ha usado con éxito para reparar y reconstruir tejidos complejos, como la tráquea, el esófago y músculo esquelético en modelos de animales y seres humanos”, apuntó Macchiarini.
Supervisión científica y ética
“Bajo supervisión científica y ética apropiadas, podría servir de plataforma para la ingeniería de órganos completos y otros tejidos, y convertirse en un método terapéutico viable y práctico para satisfacer la demanda cuando falla un órgano”, consideró.
Aunque ya antes se han hecho predicciones semejantes, el trabajo de Macchiarini les ha dado nuevo ímpetu. En 2008, en Barcelona, él y su equipo trasplantaron a una mujer de 30 años una tráquea desarrollada a partir de sus propias células troncales. Claudia Castillo había contraído tuberculosis, la cual le dañó la tráquea y le impedía respirar.
En su caso se tomó la tráquea de un donador, se le despojó de todas sus células vivas y se le reimplantaron células tomadas de la médula de Claudia, las cuales se cultivaron en un “biorreactor”.
En el hospital Great Ormond Street, de Londres, en 2010, un equipo inglés asistido por Macchiarini llevó a cabo una operación similar en un muchacho de 10 años, que nació con tráquea estrecha. En su caso la tráquea del donante le fue trasplantada en el pecho una vez que fue reimplantada con células troncales de su médula, usando su propio cuerpo como biorreactor.
La crisis de donadores de órganos se intensifica en el mundo, pues en tanto aumenta la demanda de partes de repuesto por el envejecimiento de la población, la oferta de donadores no logra mantenerse al paso. Por ejemplo, en el Reino Unido se realizaron 3 mil 470 trasplantes en los 12 meses anteriores a marzo de 2011, pero hay 7 mil 587 pacientes en lista de espera.
En un artículo en The Lancet, el profesor Macchiarini, ahora radicado en el Instituto Karolinska, en Estocolmo, y sus colegas señalan que los “armazones” artificiales necesarios para los trasplantes podrían obtenerse de animales, lo cual suprimiría la necesidad de donadores humanos. Como sus células vivas se retirarían antes de repoblarlos con las células del paciente, no habría problema de rechazo.
La tráquea, compuesta de cartílago, es un órgano relativamente sencillo. Cultivar pulmones, hígados o riñones será un desafío mucho mayor, pero se ha avanzado en ello. Varios grupos de investigación han tomado pulmones de ratones, los han despojado de sus células respiratorias y dejado el “armazón” de bronquiolos y vasos sanguíneos, y los han repoblado con células de ratas. Luego trasplantaron el tejido cultivado a ratas, el cual funcionó como pulmón durante unas horas, absorbiendo oxígeno del aire.
Macchiarini advierte que existen muchos obstáculos de índole técnica, financiera y ética. “La presión de perfeccionar esta técnica, impulsada por la demanda, la carrera por el prestigio y el potencial de grandes ganancias, requiere comprometerse desde ahora a probar que las diversas estrategias sean seguras… en particular cuando existen tantos pacientes potenciales y tantos médicos desesperados por encontrar cualquier remedio que ofrezca esperanza”.
© The Independent Traducción: Jorge Anaya La Jornada