En algunos de los terrenos de la ciudad tienen su hogar comunidades con una larga historia, tiempo en el que han desarrollado una forma de vida propia, que ahora sienten está en riesgo. En esa situación se encuentra una de las pequeñas comunidades de pescadores de Cartagena. Muchas de las personas que viven allí han comenzado a sentir que son ellos mismos quienes se han transformado en el costo del progreso.
María de los Ángeles Aguilar vive en ese lugar desde hace más de 50 años. Tras décadas de tranquilidad obteniendo del mar prácticamente todo lo que necesitaba, ahora ve cómo los megaproyectos se acercan inexorablemente. Intuye que el fin de su comunidad está cerca.
“Me da tristeza porque me pongo a pensar: yo me crié aquí, he vivido toda la vida aquí, crié mis hijos pero hoy en día mis nietos no van a poder vivir aquí porque nosotros estamos viendo… “Esto que está pasando es un desplazamiento”, comenta.
Ese hecho no es forzoso, pero en muchos casos resulta casi inevitable. Al edificarse un proyecto inmobiliario de lujo, inmediatamente sube el precio del terreno. Sin embargo, esto no es un beneficio para los habitantes de estas comunidades carenciadas. La mayoría no posee títulos de propiedad y lo que aumenta es el dinero que deben pagar por los servicios. Finalmente, muchos de ellos optan por irse a otro lugar.
Durante los últimos años el Estado colombiano ha venido aplicando una instancia llamada ‘Consulta Previa’. A través de este mecanismo, comunidades, promotores inmobiliarios y autoridades desarrollan una visión conjunta del proyecto que se planifica.
“Que las comunidades se involucren directamente dentro del proyecto y puedan participar sobre cuáles son sus prioridades, de qué forma el proyecto va a afectarlos y la empresa tendrá la obligación de mediar los impactos negativos que llegue a causar dentro del territorio”, la representante del Ministerio del Interior colombiano, Amelia del Pilar Prado.
La ‘Consulta Previa’ también ha contribuido a derribar los prejuicios, factor de tensión entre empresarios y ciudadanos. Las diferentes comunidades cada vez adquieren más conciencia de sus derechos. De todos modos, aclara que su ánimo no es obstruccionista.
“Nosotros entendemos que no se trata de quejarse, sino de construir; pero que se construya claro y conciso o sea que todo el mundo estemos bien… estamos buscando que Colombia se convierta en un país de igualdad”, dice el dirigente comunitario, Henry Guisamano.
Una meta que se alcanzará más rápido a medida que el respeto mutuo se haga norma entre comunidades y empresas… Cartagena alcanza para todos, dicen los vecinos.
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