Nuevamente, igual que en el año 2006, el país sufre la terca y nociva actitud de Andrés Manuel López Obrador, el excandidato presidencial izquierdista, derrotado dos veces al hilo, primero en los comicios de aquél año, y posteriormente en los que se efectuaron el domingo 1 de Julio del actual. El veredicto unánime emitido la semana anterior por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, mediante el cual dicho órgano ratificó la validez de la elección presidencial al declarar infundada la impugnación formulada respecto a la misma por la Coalición Movimiento Progresista, confirmó el triunfo del candidato de la Coalición Compromiso por México, el priísta Enrique Peña Nieto, para refrendarlo como indiscutible ganador de la contienda por la Presidencia de la República. No obstante ello, López Obrador el sempiterno y malogrado aspirante de la izquierda activó las acostumbradas estrategias y armas que por desgracia han sido el común denominador en su carrera política.
Lo primero que hizo López Obrador fue enviar decenas de camorristas –algunos de ellos integrantes de los desacreditados Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y “Movimiento Yo Soy 132”- que se apostaron afuera del recinto jurisdiccional para lanzar improperios contra las autoridades, retar a los cuerpos de seguridad y cometer otros desmanes. En seguida, fiel a su tristemente célebre costumbre de desconocer las leyes y las instituciones cuando las circunstancias no lo favorecen, el exjefe del Gobierno del Distrito Federal declaró de manera pública su desacato a la resolución emitida por el tribunal, y arengó a la población a manifestarse a través de la resistencia civil en contra de “los ladrones de la esperanza y la felicidad del pueblo”, además de convocar a sus -cada vez menos numerosos y más decepcionados- seguidores para reunirse el domingo 9 de Septiembre, en el Zócalo de la Ciudad de México, pues dijo: “ahí definiremos lo que sigue”. Las consecuencias de la inmadura e imprudente actuación de AMLO no se hicieron esperar, un día después de la emisión del fallo electoral varios miembros del nuevo brazo ejecutor lopezobradorista -el “Movimiento Yo Soy 132”- secuestraron las casetas de cobro de las autopistas a Cuernavaca, Toluca, Puebla y Querétaro, que convergen en el Distrito Federal, e impidieron el trabajo de sus operadores al dejar pasar libremente el tráfico vehicular.
Como ya ha quedado evidenciado, primero fueron, hace seis años, la instauración de un gobierno paralelo y “legítimo”, así como el repudiado y perjudicial bloqueo de la Avenida Reforma, en la capital del país, algunas de las acciones de provocación institucional y afrenta social que urdió el malquerido y perverso Andrés Manuel; ahora, al sentirse otra vez frustrado por la derrota electoral, su iracundo temperamento está llevando a este irresponsable personaje a instigar a sus huestes para involucrarse en la realización de nuevos disturbios, con los que se pretende afectar, como ya sucedió en la ocasión anterior, la armonía social, la paz, e incluso el patrimonio de muchos mexicanos. Durante sus dos investiduras como candidato, Andrés Manuel López Obrador ha revelado su incapacidad para alcanzar la Presidencia de la República, y no ha podido mostrarse ante la ciudadanía como un hombre con la integridad y humildad necesarias para reconocer los triunfos de sus adversarios; sin embargo en sus autoimpuestas facetas de agitador político ha dejado clara su absoluta falta de respeto por la opinión, los intereses y los derechos de quienes no piensan como él y votaron por otros candidatos.
El proceso electoral mexicano del año 2012 ha concluido. El máximo órgano de impartición de justicia electoral reconoció el legítimo resultado obtenido en las urnas por Enrique Peña Nieto, y lo ha declarado Presidente Electo. Las manidas provocaciones de AMLO y los demás agitadores de la izquierda esta vez no harán mella en el país, pues la sociedad mexicana ha elegido a su próximo presidente, y tiene la determinación de continuar trabajando comprometida por México, bajo un ambiente de respeto y concordia, para construir unida el siguiente capítulo político de la historia nacional, que dará comienzo el 1 de Diciembre… y durará mucho más de seis años.
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