“En mi parecer —dijo—, si logramos poner al comedor comunitario fuera del negocio, nos encaminaremos hacia un mayor atractivo de nuestra ciudad, ya que está generando un enorme impacto negativo”. Según el magistrado, el “impacto negativo” lo ejercen las personas sin techo, a quienes la ciudad atrajo por la buena comida que se les ofrece.
Las instituciones benéficas son como unos clubes nocturnos: igualmente fastidian a los vecinos, comparó el alcalde. El comentario indignó tanto a los clientes, como a los trabajadores de las propias sociedades caritativas.
La directora ejecutiva del grupo Someone Cares, Shannon Santos, aseguró en una entrevista concedida a la cadena local CBS que la mayoría de los que acuden a los servicios de esos comedores son residentes de los barrios aledaños. Cerca de la mitad de ellos son personas mayores de edad con escasos ingresos.
Según Santos, después de aquellas palabras del magistrado, solo le alegra el próximo término de su mandato, ya que abandonará su oficina el mes próximo. No obstante, para él, dijo, siempre estará vigente una invitación: en cualquier momento podrá acudir a almorzar con ella.
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