Las recientes revelaciones sobre las acciones turbias de la campaña del candidato presidencial de la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador, merman considerablemente su imagen ante los ciudadanos, aunque ahora, a diferencia del año 2006, el abanderado izquierdista no goza del nivel de aceptación que entonces ostentaba. En el equipo del tabasqueño comienza a percibirse desaseo e impericia, lo que queda en evidencia debido a que en la reunión privada que el asesor en marketing político de López Obrador, Luis Costa Bonino, sostuvo con un grupo de empresarios, se infiltró un espía que grabó las expresiones mediante las que el estratega mercadotécnico y un empresario primo de Santiago Creel, pidieron un apoyo de seis millones de dólares a un grupo de hombres de negocios, para favorecer la campaña de Andrés Manuel López Obrador, ofreciendo a cambio la especial gratitud del Exjefe del Gobierno del D.F., así como una entrevista personal de este y de Miguel Mancera -el candidato del PRD a la jefatura del gobierno capitalino-, con quienes aportaran sus donativos a la causa.
Además pesan sobre Andrés Manuel las fuertes sospechas respecto a su responsabilidad en la organización del denominado Movimiento 132, que en los recientes días se ha manifestado a través de las redes sociales y en diversos sitios públicos del país, para tratar de denostar al candidato favorito para ganar la contienda presidencial, el exgobernador priísta del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Algunos analistas políticos y líderes de opinión afirman que la multicitada “República Amorosa”, que el abanderado de la izquierda propaló como filosofía política al postularse como candidato, ha quedado reducida a simple demagogia, pues en los hechos ni la actitud de AMLO, ni la conducta de sus colaboradores, ni las imputaciones que cada vez con mayor frecuencia se le hacen al polémico aspirante, propician un ambiente de fraternidad y amor, sino todo lo contrario. En los últimos días el PRI ha condenado categóricamente la autoría de otra perversa argucia, que circuló en las redes sociales de internet mediante la publicación falsificada de un doloso mensaje en el que se hace aparecer el logotipo de la Alianza Compromiso por México PRI-PVEM, y se giran supuestas instrucciones de “el jefe”, para que “se investigue y se amedrente con mensajes anónimos a cualquier estudiante que se detecte a favor del Movimiento 132 y similares”.
Los hechos son irrebatibles. No hay quien pueda afirmar que es afín a la armonía y la equidad intentar transgredir la ley con la obtención de seis millones de dólares, cifra superior al límite legal establecido para la recepción de donativos a las campañas políticas. Tampoco es posible decir que se construye un clima de cordial convivencia política y respeto a través de acciones de manipulación y agitación social encaminadas a la generación de expresiones de encono, insulto y agresión contra Peña Nieto, el aspirante que encabeza las preferencias electorales de los mexicanos.
Para colmo de males, a raíz de la desesperación que ante el inminente naufragio de la campaña lopezobradorista se vive al interior del PRD, uno de los consultores de AMLO, el desertor del PRI, Ricardo Monreal, acaba de salir a los medios tratando de acusar a Enrique Peña Nieto, con la falaz aseveración de que su cuerpo de asesores se compone de 42 personas, de las cuales 20 son de origen extranjero. La contestación del Partido Revolucionario Institucional no se hizo esperar, pues este partido anunció la instauración de acciones legales contra Ricardo Monreal, para demostrar su responsabilidad en las afirmaciones falsas que en forma dolosa ha hecho sobre el desarrollo del proceso electoral.
Parece que al PRD y a Andrés Manuel López Obrador nada les han enseñado las derrotas y los años. Otra vez, después del fracaso de 2006, vuelve esta camarilla política a violentar la civilidad, la legalidad y la cohesión social, indispensables para un buen ambiente electoral. Una vez más, aunque ahora con mayor sutileza, la izquierda recurre a las trampas, las mentiras, las bajezas… y hasta incurre en pifias, en su intento por alcanzar su frustrado objetivo. El perredismo y Andrés Manuel deben entender que así no se gana una elección; es necesario que comprendan que el ánimo del electorado no se conquista destruyendo; y resulta sano que desde ahora reconozcan – aunque sea solo en su conciencia interna- que el primer domingo de Julio la mayoría de los electores votaremos para hacer Presidente de México a Enrique Peña Nieto.
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