“Botero significa la gloria, el éxito, el reconocimiento internacional. El gran pintor, el maravilloso escultor, el ganador de una generación entera”, consideró Escallón en la víspera del cumpleaños del artista vivo más importante de Colombia.
Para Escallón, Botero es “la Colombia que a nivel internacional nadie conoce: es la pintura, el arte y la cultura, y nada de guerrilla, aunque la pinta”.
Según la crítica, que fue directora del Museo de arte de Las Americas, de la Organización de Estados Americanos (OEA), Botero “sí tiene un lenguaje propio. Es quien logró encontrar en el paroxismo del volumen la manera de pintar su gran arte, su realidad” próxima.
El arte de Botero, puntualizó, “hace pensar de otra manera, de interpretar al mundo de otra forma, y fue el primero que pintó la violencia” de su país, “y en etapas sucesivas, una violencia injustificada, hipócrita como la de Abu Ghraib”.
En medio de sus gordas -pinturas y esculturas- y en una etapa de febril creación, el “maestro” Botero cumple hoy sus 80 años, lo que no da pie para creer que tenga pensado, al menos de momento, “colgar sus pinceles”.
El segundo de los tres hijos del matrimonio entre David Botero Mejía y Flora Angulo Jaramillo, vino al mundo el 19 de abril de 1932, en Medellín, capital de Antioquia, en el noroeste colombiano.
Para Botero quedaron atrás los días en que era un desconocido y criticado pintor que exageraba las formas y volúmenes en sus creaciones.
Hacia 1948, vieron la luz pública sus primeros trazos con ilustraciones que realizó para el periódico “El Colombiano”, de su ciudad natal, a la que regresa casi religiosamente cada año a pasar temporadas de vacaciones.
Botero, que lleva 65 años entre pinceles, telas y paletas, no se ufana de sus logros pese a que es uno de los contados artistas que ha logrado, en vida, exponer en las principales galerías del mundo.
A ello se suma que sus esculturas, en las que no abandona las exageraciones en las formas y volúmenes, han sido puestas a la vista del público en las calles de distintas capitales en el mundo.
Y es que Botero ha tocado todos los temas en su repertorio. Evidencia de esto son sus pinturas y esculturas relacionadas con el mundo de la tauromaquia, la violencia -con la serie de “Abu Graib”-, basada en a las torturas de las fuerzas a prisioneros iraquíes y en los últimos años, asuntos de religión como la serie “El Viacrucis”.
También ha pintado en sus telas la muerte de Pablo Escobar, el jefe del cartel de las drogas de su ciudad, o a Pedro Antonio Marín, alias de Manuel Marulanda Vélez, más conocido como “Tirofijo”, el fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la guerrilla más antigua de América.
Algunas de las más sobresalientes pinturas de Botero son “Ecce Homo”, “Cabeza de Cristo”, “Mona Lisa a los 12 años”, “Colección los Músicos”, “La Carta”, “Mujer Frente al Espejo”, “Celestina”, “La Noche”, “Caminar por la colina”, “La Colombiana” y “Concierto Campestre”.
Pero su cuadro favorito es un retrato de su hijo Pedro, que murió en un accidente automovilístico en 1974 y del que dice que “es muy especial” tras ese momento tan crítico.
De sus esculturas, algunas de las más destacadas son “La Dama”, “La Ballerina Asquadra”, “El Soldado Romano”, “Colección Gatos”, “El Pájaro”, “La Mano”,”Torso”, “La Pareja”, “La Maternidad”, “El Caballo” y “La Guitarra”.