Para festejar cuatro décadas de trayectoria como cantante popular, del pueblo, de Juchitán, de Oaxaca, López da a conocer su disco titulado 40 años, concierto de aniversario en el teatro Macedonio Alcalá (Ediciones Pentagrama), donde estuvo acompañado por la Orquesta de Música del Estado de Oaxaca y el Ensamble Acústico Por la Séptima.
Es autor de un tema de batalla cuando se trata de ubicar quién es quién en materia de clases sociales en la historia mexicana: El abuelo, que tiene numerosos intérpretes.
Este compositor juchiteco llegó al Distrito Federal en 1960 para estudiar Derecho, pero la inquietud de dedicarse a la música estaba latente.
“Toqué muchas puertas; no fue fácil y puedo asegurar que fue un peregrinar, hasta que se abrió una puerta. Fue más difícil porque lo que yo quería grabar era mI música regional istmeña.
Ya para 1970 los que teníamos la inquietud de promover el folclor teníamos una experiencia importante: los sucesos de 1968, que como universitario los viví en la ciudad de México. Al lado de la lucha de los estudiantes estaba la voz de los cantores. Las primeras composiciones de lo que se llamó canto nuevo contenían letras diferentes, pues ya no se trataba sólo de la simple declaración de amor, del amor o del desamor.
Canto refrescante
Agregó: “Nos dimos cuenta de que había otras cosas que cantar referentes a la situación social del país, con toda la injusticia que se venía arrastrando, incluso hasta nuestros días. Nos llegaba un canto refrescante, con nuevas propuestas, de Sudamérica, y empezamos a oír a Atahualpa, a Violeta Parra, a Víctor Jara y a tantos otros. Fue un despertar, la idea de que como pueblos teníamos problemas comunes. Estaba claro que una canción no arreglaba nada, pero sí era una forma de comunicación y de poner el dedo en la llaga. Así, yo rescaté sones istmeños en mi primer disco, los cuales nunca habían sido grabados. Acepté las condiciones de la disquera y en el segundo disco lancé canciones de carácter social, sobre la problemática que vivía el estado de Oaxaca, que es la misma del país, ¡la misma! No era parte. Ahí salió la emblemática El abuelo, que la cantaron Amparo Ochoa, Óscar Chávez y muchos otros. A la fecha tengo 10 discos.”
En su nueva producción, Mario López trae al presente las canciones que para él han trascendido, comenzando por El abuelo, La llorona, La pachanga juchiteca y La Paulina, entre otras. “Realmente las circunstancias que narra El abuelo, por ejemplo, no han cambiado. ¡Siguen igual! (‘Mi abuelo mató franceses y mi padre federales, y yo tan sólo heredé un jacal y tres nopales, Mi abuelo fue juarista y mi padre zapatista, y yo siembro en tierra ajena y eso que soy agrarista…’). Antes del primer disco ya habíamos comenzado a abrir el zurco.”
–¿Qué queda del canto nuevo?
–Sufrió una evolución. Los actuales cantores están menos comprometidos. Se ha visto que aquellos que estuvieron en él y siguen ahí, están aunque no sea una forma de ganarse la vida. El canto nuevo, como la literatura de calidad, es para dar a conocer un estado de ánimo, una protesta, formar conciencia, unirse al pueblo, pero no es para vivir de él. Por eso es que los nuevos cantores no se comprometen con la problemática social y así no surgen nuevas propuestas.
“Los actuales cantores se van más por las formas literarias. Se hace más poesía y menos denuncia de la problemática social. No se comprometen y los que seguimos cultivando ese canto somos los que provenimos de él, desde los años 60, y que somos cada vez menos. Los cantores de hoy hacen letras más urbanas.
Yo sigo siendo fiel a mi manera de expresarme, porque no vivo en la frustración del cantor que no pudo progresar e ir más allá de su propuesta. Es decir, he logrado seguir haciendo lo que quiero. Cuando se sientan 10 personas del campo para escucharme, lleno un vacío. El chiste es seguir haciendo conciencia de que las cosas no marchan para bien de todos, sino sólo para unos cuantos.
Dijo que algunos cantores de su tierra, que tocan puertas, entran a una disquera transnacional y regresan a Oaxaca “dándoselas de investigadores, como descubridores de un género musical, pero lo que hacen es lo mismo. Vuelven a cantar La sandunga, La llorona o alguna chilena de la Costa Chica y según ellos están innovando, lo cual no es cierto, porque eso ya fue hecho desde mucho antes. Se trata de hacer una propuesta con el son istmeño, para modernizarlo, por decirlo de alguna forma, sin olvidar sus raíces.
Respecto de la copla, se trata de que lleve un mensaje nuevo. Oaxaca es un estado convulsionado socialmente y cuando se escuchan las canciones en los campamentos, se oyen los mismos temas que cultivamos desde el 68. ¿Y la nueva propuesta? ¿Y el nuevo compositor? Interpretan lo cantado; le dan vueltas al catálogo.