Qué hiciste y qué embrújo me ciñe a un sabor sin reparos.
No duermo, no escribo, qué de nada la tierra baldía me absorbe.
El silencio no es nada titubeante, demacrado, sin esperanza.
No hablo, medito unas letras caído fuera de viaje y de tiempo.
Avanzo dos pasos, tres me desgrano.
No estoy ni pienso.
He perdido mi pluma, y palabras lejanas sirven de sueños futuros.
Para qué pensar, si el pasado no pesa…no duele —dejó su morada.
El tiempo no es tiempo;
El sueño es embrujo.
¿Sabías quién soy?
¿Supe acaso quién era? ¿Sabré un día que existo?
Dime, reina: ¿Soy viable en el tiempo?