“DESDE CUALQUIER ÁNGULO EN EL ENTORNO” nos mueve irremediablemente a sopesar una terrible realidad: un cielo avaro de lluvias. Según razonamientos de quienes sí saben de climas, respecto a las 167 ANP (Áreas Naturales Protegidas) en nuestro país, 64 (casi el 37 por ciento que equivalen a poco más de un tercio de la república) se encuentran aporreadas feamente por la intensísima sequía y juzgan que es ya considerada como las más peligrosa en los últimos 70 años; 48 millones de compatriotas sufren las tremendas consecuencias de esta super sequía en zonas áridas, semiáridas y sub húmedas en un medio año de 2012 que nos presenta un panorama sumamente severo, aun en tiempos de huracanes, de rigurosa alarma; en Chihuahua, la distribución del agua potable está conformada a través de 1 mil 460 sistemas de distribución que cubren casi dos millones de fuentes domiciliarias en todo el estado (un millón 99 mil 969 tomas, dato INEGI). El 96 por ciento de ellas, son del tipo doméstico, el 3.8 por ciento son tomas comerciales y el resto, solamente 0.2 por ciento, tomas industriales.
El recurso vital de la existencia es el agua; el suelo es el medio natural que corresponde a la capa superior de la corteza terrestre y la contiene en el subsuelo cual galerías y mantos, así como los elementos nutritivos que los pobladores requerimos para la generación de alimentos agropecuarios y frutícolas para la subsistencia humana y la producción y crianza de animales. El comportamiento de la precipitación pluvial y la temperatura, son condicionantes sumamente complejas porque ocurren como fenómenos que el hombre no determina, aunque sí ha influido en su afectación por la sobreexplotación de las áreas boscosas y los mantos freáticos y paliado su utilización mediante la retención con presas y represas. La desertificación y la sequía, definidas como la degradación de la tierra que ocasiona la pérdida de la productividad biológica y económica por la falta de lluvias y por la falta de mayor capacidad para cultivos de alimentos básicos (maíz, frijol, arroz, garbanzo); las actividades humanas deben ser más racionales e inteligentes porque las variaciones climáticas son cada vez más impredecibles. Combatir la desertificación, procurar la rehabilitación, la conservación y la reordenación de tierras y recursos hídricos; uso y reglamentación precisa.
La lucha contra la desertificación es mundial; la sequía, el gran dilema. La organización para el alimento y la agricultura, la famosa Food and Agriculture Organization (FAO por sus siglas en Inglés), reconoce que un elemento indispensable para la seguridad alimentaria es la protección al medio ambiente que provea los recursos naturales necesarios para la producción alimentaria. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), respalda los programas de acción regionales, la evaluación de datos, el fomento a la capacidad y la sensibilización de la opinión pública (¿Acaso exista algún chihuahuense que no se percate de la importancia y cuidado del agua?). A su vez, el Programa de las Naciones Unidas para la Desertificación (PNUD; curiosamente esta última “D” puede confundirse con el otro Programa igualmente de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); referido el primero, financia diversas actividades a través del Centro de las Zonas Áridas, presta asesoramiento técnico y apoya programas de desertificación y gestión de las tierras áridas, así, ayuda a establecer las políticas afines. “Que el cielo bendiga a Chihuahua” con abundantes lluvias; que llueva aunque nos goteemos…