Estas invenciones son fruto de la biotecnología que este año cumple 40 años en el mundo, pero, de acuerdo con expertos como Ignacio Chapela, de la Universidad de Berkeley, los resultados son que los mercados siguen cerrados a los organismos genéticamente modificados (OGM), como los alimentos transgénicos.
Según datos que abarcan hasta 2001, provenientes del Servicio Internacional para la Adquisición de las Aplicaciones Agro-biotecnológicas (ISAAA, por sus siglas en inglés), de un potencial de superficie cultivable de mil 600 millones de hectáreas en el mundo (de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) había 160 millones de hectáreas cultivadas con transgénicos, luego de17 años de que comenzaron las siembras comerciales.
ISAA reportó que los países en vías de desarrollo que encabezan la adopción de biotecnología son China e India; Sudáfrica en el continente africano, y Argentina y Brasil en América Latina. Este último tuvo el mayor incremento mundial por tercer año consecutivo: 4.9 millones de hectáreas, lo cual representa un aumento de 20 por ciento respecto del año anterior.
El país que continúa como líder en la aplicación de la biotecnología agrícola es Estados Unidos, con 69 millones de hectáreas, sobre todo de maíz y algodón genéticamente modificado.
En México, entre 1988 y 2005 el gobierno federal por conducto de la Secretaría de Agricultura con el aval vinculante de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) dio 330 permisos de liberación al ambiente de semillas transgénicas. Se otorgaron autorizaciones para pruebas experimentales para papa, tomate, calabacita, maíz, tabaco trigo, soya, alfalfa, canola, melón, algodón, jitomate, chile, papaya, clavel y limón. Entre 2005 y 2009 se otorgaron 211 permisos de liberación de transgénicos a escala experimental y 20 piloto; ninguno fue comercial.
De 2010 a la fecha proliferaron los permisos para pruebas experimentales de algodón, soya y maíz, y se dieron algunos para cultivos piloto. Hasta marzo pasado se otorgaron tres permisos de pruebas piloto (previo a la fase comercial) de maíz a la empresa Monsanto, para Durango y Coahuila, y otros tres para Tamaulipas. Para algodón se dieron cuatro autorizaciones para cultivo comercial a la misma empresa, en julio y agosto pasados.
El riesgo para México que señalan científicos, productores, organizaciones ambientalistas y campesinas es que el territorio nacional es centro de origen de productos como maíz, variedades de tomate, algodón y calabacita. Esto pone en riesgo, sobre todo en el caso del grano, la diversidad del alimento, que además es parte de la dieta básica de los mexicanos.
El permiso comercial a la soya, desarrollada por Monsanto, abarca una superficie potencial de siembra de 253 mil 500 hectáreas en los estados de Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz y Chiapas.
Se trata de una región donde la miel es uno de los principales alimentos que se producen, y corre el riesgo de contaminarse con el polen de soya.
La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad recordó que desde el 6 de septiembre de 2011 una decisión de la Corte de Justicia de la Unión Europea obliga a considerar el polen como un ingrediente de la miel. Esta decisión lleva a los comercializadores del dulce que compiten dentro del mercado mundial a exigir a los productores demostrar que su miel esté libre de polen transgénico. Sin embargo, el riesgo más inmediato es que las abejas puedan pecorear dentro de un radio de uno a dos kilómetros, pero en periodos de escasez de néctar vuelan hasta seis o siete kilómetros, así es que pueden llegar a los predios donde se cultiva soya transgénica.
La jornada