Es momento de hacer reflexiones, esta noche los mexicanos conmemoramos los primeros dos siglos de independencia política. La algarabía, el orgullo y el sentimiento nacionalista que imperan en todos nosotros y serán el rostro con el que festejaremos el Bicentenario de México.
No obstante el indiscutible valor histórico, cultural y político de esta celebración, es evidente que a doscientos años de la heroica gesta de Hidalgo, Morelos, Allende, Josefa Ortiz de Domínguez y nuestros demás héroes independentistas, aún hay asignaturas pendientes que la nación reclama.
La pobreza, así como la violencia e inseguridad que hoy laceran a nuestro país a través de la delincuencia y la miseria material y espiritual en la que por desventura hoy transcurren las vidas de muchos mexicanos a todos nos afecta, y nos a obliga a voltear la mirada hacia atrás para preguntarnos si han sido cabalmente cumplidos la filosofía, los postulados y las aspiraciones que en la noche del 15 de Septiembre de 1810 motivaron el levantamiento armado de los insurgentes.
La nación somos todos. En consecuencia a todos nos corresponde aportar al país los esfuerzos necesarios para garantizar su integridad, viabilidad y progreso. Cada generación, durante su ciclo vital de tiempo, modo y espacio tiene el irrenunciable deber histórico de empeñar su voluntad para generar las condiciones de bienestar socioeconómico y cultural que permitan un porvenir más próspero y alentador para las generaciones que habrán de sucederla. Los insurgentes que en aquél lejano 1810 nos dieron patria, fueron una generación de hombres y mujeres cuyo valor para enfrentarse a la Corona Española y liberar al país del dominio ajeno derivó de la cabal comprensión sobre su ineludible responsabilidad histórica para dar libertad y dignidad a los mexicanos de los años venideros.
Ojalá que el tradicional y esperado Grito de Independencia, que dentro de unas horas se habrá de escuchar en todas las capitales y cabeceras municipales de nuestro país, así como en algunos lugares del extranjero, sirva para acrisolar en nuestras conciencias los sentimientos de nacionalismo y solidaridad social que hoy, quizá como en ninguna otra época, la patria nos exige.
Todos: los diversos órdenes de gobierno, empresarios, profesionistas, empleados, campesinos, obreros, amas de casa, estudiantes y maestros; todos los mexicanos de esta época, sin excepción, tenemos el deber de resolver los problemas sociales y económicos que hoy atentan contra la composición del tejido social y amenazan el bienestar y la viabilidad de esta colectividad nacional que el patriotismo, el arrojo y la sangre de nuestros antepasados construyeron. Esta noche escucharemos con emoción la célebre y sugestiva proclama que nos da identidad y pertenencia: “Viva México”, sin embargo, la marginación, la desigualdad y la miseria que aún no han sido superadas por muchos compatriotas, hacen que en lo profundo de nuestros corazones palpite con vehemencia el anhelo de que México realmente viva.