Poemas y Reflexiones

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Si de corazón queremos paz en el mundo empecemos por el amor, amándonos unos a otros en el seno de nuestras propias familias, pues precisamente, guerra y paz, tienen su primera confrontación en la familia, es también la primera escuela donde se aprende a ser tolerantes, a convivir, a compartir, y también a envidiar, discriminar, sentido de indiferencia, etc. ¡Urge hacer ajustes! Sí, ajustes de acuerdo a la natural y divina diferencia de cada quien… porque somos diferentes, irrepetibles. La paz es el fruto divino cuando se sabe escuchar las necesidades de los demás antes que las propias; eso es servicio… servicio es PAZ.

 

Por otro lado; la violencia nos ha acompañado siempre, el problema es que ya no asombra a nadie lo que ocurre alrededor, y tengo una expresión para ello: ¡Qué Ironía! Ya empezamos a “tolerar” esos acontecimientos… algo cristianamente “inaceptable”. 

 

Es inusual encontrarse una película, programa de TV,  donde el sexo maL proyectado, las balas y sus consecuencias no hagan su aparición “estelar”… ¿Recuerdas la última charla entre tus amistades?  Tu última visita al bar o al café? ¿Recuerdas de qué estuvieron hablando, cual fue el tema principal? Hasta los niños abordan el tema de la violencia. No estamos hechos para la guerra, Dios nos entregó el instinto de lucha pero jamás autorizó la destrucción. Estamos hechos para la paz, para el amor;  lamentablemente somos testigos del que se auto destruye  se lleva otros más “por delante” pues ahora la violencia es su compañía,  es su “morbo”, es “su charla”… ¡Cómo nos hemos auto destruido diariamente!

 

Ni se compra ni se vende, ni se pide prestada,  La paz nace del corazón de cada hombre, para que fluya después con los suyos, su familia, de ahí, pasa a la comunidad, podemos impregnar toda una región… una nación, el mundo entero. Pero andamos “acelerados”, nos falta tiempo para eso y más; nos falta tiempo para los hijos, para el cónyuge, para los vecinos,  para la nación… Ahora los esposos no son el uno para el otro, son el uno para el uno… y nada más. Movidos por “intereses propios” de cada uno, sin darse cuenta, el amor se va alejando cada vez más… Aislamiento, Separación, Corazones inquietos, desarmonizados, en la oscuridad, desilusionados, sin equilibrio amoroso, sin equilibrio moral… Estamos hechos para la paz y no tenemos paz interior. ¡Qué ironía!

 

La llama de la soberbia se aviva, apegos y planes absorben la sensibilidad y el sentimiento día a día. La tristeza se ha convertido ahora en clamor. ¿Cuándo florecerá el amor? Cuando haga a un lado la avaricia, los placeres, jactancia, egoísmo, arrogancia; cuando el pensamiento la palabra y la acción estén en perfecto equilibrio, llegará la paz  No está mal vigilar (con serias reservas) la vida de los hijos, haciéndolos responsables de sus pensamientos, sentimientos, acciones y… consecuencias; estar pendiente  de la hora de su llegada a casa, de sus calificaciones, que sepan lo que deseamos para ellos, pero sabemos que antes que toda corrección está el ejemplo; viviendo los valores dentro de la familia. Hay que palpar sus alas antes de que inicien vuelo, pero no olvidemos que antes de las alas están las raíces y tienen que tocar tierra pues en la tierra está el alimento…

 

Es ridículo pensar y criticar que en los bares se venda alcohol a menores de edad, que los agentes de tránsito reciban sobornos, que haya político corruptos o tontos. Los límites, los horarios, los “tiempos” y los espacios los fijan los padres, independientemente de lo que las leyes hagan al respecto.

 

“Mi hijo y yo somos amigos”… Los hijos no necesitan más amigos, ellos ya tienen un montón; ellos necesitan a sus padres, responsables y valientes, con esa encomienda de Amor consagrada por Dios Mismo como misión divina. Somos los responsables de que entren o no a un “antro” y de lo que hagan ahí dentro. Es a nosotros a quien Dios le pedirá cuentas, no al dueño del bar, ni al amigo, ni al maestro, ni al policía, ni al político. ¿Te quejas de la violencia? ¿Te quejas de los jóvenes mal orientados, del consumo de droga?  Y ¿Qué estás haciendo cada vez que tienes a tus hijos justo a tu lado, en la intimidad del hogar y en la confianza plena de abordar cualquier tema? La Esperanza de México y el mundo no está en los jóvenes, está en la formación y educación que demos a esos jóvenes. Estamos hechos para la Paz, dejemos que se convierta en la sencillez del espíritu, la serenad de la conciencia, el lazo del amor y en la Lógica Divina.

 

María del Socorro Carrillo, Vda. De Rodríguez

coyocarrillo@hotmail.com

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