Años ha me solazaba recordando este cuento de Rosa Chacel, cuando el personaje central al increpar a un espécimen de escaso cerebro le aniquilaba, casi humillante si no fuera porque ya era un cuasi cadáver, menos que un animal indemne sin defensa alguna. Le soltaba palabras que imposible entendería, y como reflejo una expresión vacía, si no fuera por el borrascoso desconocimiento de qué le estaba sucediendo. No entendía nada.
Así veo a las huestes de López Obrador, indemnes e impávidas, azoradas, al pie del abismo al que su redentor conduce como meros títeres, zombis, descerebrados.
Es aritmética simple: 7 de cada 10 ayer no lo querían…, electores mexicanos. Hoy tampoco Cárdenas, Ebrard, Mancera ni Juan Ramón de la Fuente. Su patético fascismo lo conducirá no al cadalso, que ya no aplica en nuestro tiempo.
¿A la casa de la risa?
Mañana, sólo 2 de cada 10 estarán con él [Bartlett y Bejarano], soñando su locura, viviendo la realidad inventada en su juego de espejos donde ellos se ven… Luego será uno quien lo acompañe en su tránsito sin retorno.
¿Quién se apunta?
Años ha, este personaje de borrascas solía incendiar pozos petroleros. Todavía sueña con quemar al país. No es virgen; es tan solo un hombre en llamas.
¿Cuánto le queda de Ave Fénix?
Chihuahua, Chih., julio 4, 2012.