Los investigadores de la Universidad de Pensilvania, EE. UU., en colaboración con especialistas del Instituto de Citología y Genética de la Academia de Ciencias de Rusia, realizaron un nuevo estudio genético que demostró que los indígenas norteamericanos tienen sus raíces en la región de Altái.
Buscar las raíces de los presentes pobladores de América del Norte siempre ha sido una tarea muy difícil, explican los investigadores. Primero los antropólogos no pudieron establecer ningún vínculo entre los indígenas norteamericanos y los habitantes del Viejo Mundo, los amerindios no se parecían a ningún pueblo conocido. Luego, cuando se desarrollaron los métodos de investigación genética, los científicos rusos comprobaron que la tierra natal de los antiguos emigrantes era la región de los montes de Altái, en Siberia.
Según comentó el profesor Theodore Shurr, quien encabezó la parte estadounidense del estudio, los montes Altái son “un punto clave, un lugar, donde los pueblos estuvieron yendo y viniendo durante miles y miles de años”. Pero los antropólogos tenían un objetivo preciso: determinar de qué pueblo provienen los indígenas norteamericanos, determinar los marcadores genéticos comunes en los hombres de Altái y los amerindios.
Al analizar los datos genéticos de los pobladores de Altái, los científicos buscaron los marcadores en su ADN mitocondrial, que se hereda por vía materna, y en los cromosomas Y que están presentes solo en los hombres. Los antropólogos compararon los datos de los indígenas de América del Norte, los pobladores de Siberia del Sur, Asia Central y Oriental, así como de Mongolia.
Una mutación típica en las mujeres de los amerindios fue detectada en los habitantes de las regiones sureñas de Altái. Los estudios del cromosoma Y también demostraron que los habitantes del sur de Altái y los indígenas de América del Norte tienen un ancestro común.
Los científicos también calcularon el momento en el que los dos lineajes se separaron y empezaron su desarrollo autónomo, acumulando en sus genomas mutaciones que no comparten con ningún otro pueblo. Resultó que esta separación se produjo hace 13 000–14 000 años. Gracias a este descubrimiento, entre numerosas versiones de cómo y cuánto transcurrió la colonización de América a través del Puente de Beringia, la teoría de que esto sucedió hace 15 000–20 000 años ha recibido un gran apoyo, comentaron los científicos en el artículo publicado en la revista ‘American Journal of Human Genetics’.
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