A la voracidad capitalista sí se le puede poner un signo de igual con el agotamiento del planeta y sus recursos, dice la escritora colombiana a La Jornada
El panorama cambia o vamos de cabeza al desastre
El título del libro alude a lo novedoso, a los caminos abiertos, al futuro, señala
En la novela más reciente de Laura Restrepo, Hot sur, “el viejo sueño global americano sale muy vapuleado”, señala la autora, quien luego del retraso para el lanzamiento mundial de esta obra y un accidente que sufrió en septiembre del año pasado, se encuentra totalmente recuperada y lista para dar a conocer su crítica feroz al mundo occidental capitalista y sus falsos sueños de prosperidad.
En entrevista con La Jornada, explica: Quise ubicar la novela en esta nueva etapa por la que pasa el planeta, de derrumbe de los viejos sueños y búsqueda de otros nuevos. Hace unos años, sólo los de izquierda creíamos que el capitalismo no era la respuesta al derecho a la vida digna y la felicidad. Hoy esto lo viven millones, sin necesidad de mucha teoría, apenas con la constatación cotidiana del montaje de unos bancos que roban sin pudor y mandan a países enteros a la quiebra, y de unos gobiernos al servicio de esos bancos, con el resultado de que la gente del montón se queda sin techo, sin trabajo, sin educación ni salud. Sin futuro.
La escritora colombiana considera que todo aquello que parecía memorial de agravios contra el llamado tercer mundo, “hoy es pan de cada día también en el primero. Además, la ecuación capitalismo igual a democracia va resultando difícil de tragar. En cambio, a la voracidad capitalista y a su afán de lucro sí se le puede poner un signo de igual con el agotamiento del planeta y sus recursos.
O el panorama cambia, o vamos de cabeza al desastre, esa es una sensación bastante generalizada. Y no parece fundada la esperanza en que el poder asuma su responsabilidad en la crisis y se dulcifique o humanice. Como dice Slavok Zizek: para el capitalismo es más fácil concebir el Armagedón, que su propio cambio estructural.
Desilusión y pesadilla
En Hot sur (publicada por Planeta), continúa Restrepo, hay personajes “de todo plumaje: Ian Rose, un hombre marcado por la pena, padre de un muchacho asesinado, quien se mete en camisa de once varas y se aventura en un mundo muy ajeno al suyo con tal de recuperar fragmentos de la memoria de su muchacho.
“La madre, Bolivia, una latina que sueña con el norte, llega allá como indocumentada y se quiebra el lomo trabajando hasta que, años más tarde, logra traer a sus dos hijas, María Paz y Violeta, a las que ha dejado atrás, en su tierra de origen, muy pequeñas y cada una en una ciudad distinta, al cuidado de una familia distinta. Cuando las dos muchachas llegan por fin, lo que les espera no es el sueño, sino la desilusión y la pesadilla. María Paz se casa con un policía estadunidense y blanco para obtener papeles, pero más tarde es acusada del asesinato del tipo y va a parar a la cárcel. A partir de ese momento, su único propósito es escapar con su hermana de Estados Unidos. Si la madre soñaba con llegar, ellas viven la gran aventura recorriendo el camino inverso: tratando de largarse de ahí.
“El elemento en común entre los diversos personajes, es que todos van dejando su historia por escrito, por diversos medios: diarios íntimos, cartas, correos electrónicos, cuadernos de notas, ejercicios en clase, declaraciones a los medios, supuestas entrevistas.
“Como autora, me adjudiqué un papel más bien de escribana: quise transcribir lo que ya estaba escrito por los personajes. Que fueran ellos quienes le hablaran directamente al lector, o mejor dicho, que el lector pudiera entrar en contacto con los personajes sin sentir como una imposición la presencia del escritor.
Todo es juego, desde luego; convención narrativa. Pero contra el espejismo de que los personajes son parte de una realidad social, quise pintarlos como lo que son, criaturas de papel, hechas con palabras. En últimas, cada personaje es lo que relata sobre sí mismo.
La narradora reconoce que lo más difícil al escribir Hot sur, fue “ir armando una estructura complicada, con distintos planos temporales, varias voces narrativas e historias cruzadas, sin que se me cayera todo el aparataje encima.
“De pronto llegaba a un callejón sin salida: nada empataba con nada, y parecía que meses de trabajo iban a dar al traste. Era para jalarse los pelos. Venían entonces noches en blanco, tratando de buscarle salida al atolladero, y culpándome a mí misma por haber ido tan lejos en la escritura sin darme cuenta de que aquello desembocaba en un gran enredo.
Pero poco a poco cada pieza fue encajando en su lugar, y la estantería se tuvo en pie. Menos mal. Otra dificultad fue narrar la historia en bilingüe, no desde el punto de vista del lenguaje, sino del sicológico. Tratar de enfocar el choque de culturas sur-norte desde los dos puntos de vista. Para mí estaba bastante claro cómo veíamos los latinos a los gringos, pero no viceversa. Fue interesante el ejercicio de tratar de descifrarlos.
Fuerza viva e impulso de libertad
–¿Qué le descubrió su novela una vez concluida?, ¿hacia qué caminos la llevó, tanto en lo literario como en lo personal? y ¿qué huella deja en su pluma?
–El tema de Hot sur es duro, incluso brutal por momentos. A los personajes los hice sufrir y pasar por las mil y quinientas. Pero al mismo tiempo traté de ir cuidando al lector página tras página, para que no se aburriera, no se sintiera abrumado, no se perdiera en los vericuetos de la trama. Que en medio de una escena sangrienta, también pudiera reírse un poco.
“Creo que andamos crucificados en una falsa disyuntiva, entre lo que llaman bestseller, y lo que se considera literatura seria. En Hot sur quise ignorar esa jerarquización, tan manipulada. Mira, los autores del siglo XIX eran unos genios para escribir por todo lo alto, contando al mismo tiempo historias apasionantes. En cambio, en las décadas recientes, se impuso una tendencia hacia lo pedante, y autor que no clavara un rollo macabeo, no se consideraba culto ni valioso. Los lectores, que no son tontos, desertaron masivamente hacia géneros que mantienen la pasión por la trama, como la novela negra, o el ensayo, que va directo y sin subterfugios novelescos a las interpretaciones y los contenidos, si eso es lo que se busca.
“Entonces, ¿por qué no intentar hacer novela con todos los recursos literarios, sin simplificaciones ni facilismos, pero sin apantallar al lector con el despliegue, sin aplastarlo con la supuesta sabiduría del autor?, ¿no puede ser seria una historia que apasione? Quién sabe si lo habré logrado con Hot sur, pero al menos eso me propuse.
“En esta novela, el sur es la migración, el desplazamiento, como fuerza viva e impulso de libertad, valor para perseguir sueños, rebeldía contra las imposiciones del poder, vocación de aventura. El sur, no tanto como punto cardinal, no tanto como ubicación en el mapa. Más bien como contraposición a la petrificación de un sedentarismo que pretende encerrarse para que no lo despojen de sus bienes, y que se amuralla, e impone visas imposibles y leyes discriminatorias para dejar a los recién llegados por fuera. En Hot sur, el Sur (con mayúscula), representa lo novedoso, los caminos abiertos, la solidaridad, el futuro”, concluye.
La novela se encuentra ya en librerías mexicanas. Laura Restrepo realiza una amplia gira de promoción por Madrid, Barcelona, Bogotá, Quito, Lima, Caracas, Santiago de Chile, Montevideo y Buenos Aires. Aquí, presentará Hot sur en junio.
La Jornada