La nueva revolución

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La Revolución Mexicana de 1910 sí fue una revuelta que trajo consigo un cambio en los estamentos sociales y jurídicos del país. Mucho se ha discutido la fecha y el lugar de inicio del movimiento armado suscitado en México a principios del siglo veinte. La escritora Elena Poniatowska considera que el inicio de la Revolución no está definido. Los apologistas de Chihuahua ponderan que el mismo Porfirio Díaz reconoció que la Revolución inició en esta entidad; por lo tanto un numeroso grupo de analistas e historiadores conciben al estado norteño como la cuna del estallido social que causó la caída del régimen porfirista.

La mayoría de los chihuahuenses consideramos al poblado de Cuchillo Parado -situado al margen del Río Conchos, en el municipio de Coyame- como el lugar en el que el 14 de Noviembre de 1910 tuvo su origen la histórica rebelión. Aunque se pelea mucho entre varias entidades del país el honor de ser la cuna de la Revolución, pues hubo varios alzamientos armados por esas fechas -unos de menor y otros de mayor envergadura-, lo trascendente es el origen social del memorable acontecimiento, es decir, las causas que orillaron a la población a rebelarse contra el régimen político en turno, en demanda de satisfacción a sus elementales derechos y aspiraciones.

No obstante el evidente contenido social del alzamiento nacional surgido hace un siglo, hay quienes afirman que no fue esta precisamente una revolución porque no hubo sustitución de unas clases sociales por otras, sino que las estructuras sociales prácticamente se mantuvieron intactas, es decir, a juicio de algunos “Todo cambió para que todo siguiera igual”.

Más allá de cronologías y geografías, lo sociológico es el aspecto fundamental de la revuelta, pues los detonantes de la insurrección colectiva fueron la insatisfacción e inconformidad que calaban hondo en las clases populares, debido a la marginación, pobreza y carencia de oportunidades para la movilidad social, que afectaban a grandes sectores de la población en esa época.

La revolución tuvo muchos autores. El movimiento de Emiliano Zapata en el sur, como el de Francisco Villa en el norte y los de otros caudillos en diversas regiones del país fueron movimientos localistas o regionalistas cuya suma dio rostro a la Revolución, pero ninguno en lo individual era la totalidad de la revolución misma. En la Revolución confluyeron diversas ideologías, enarboladas por algunos líderes cuyas aspiraciones iban desde la pretensión de cambios parciales en lo económico y lo político, hasta las tendencias socialistas absolutas, pero una de las causas principales fue la desigualdad.

 

Los más duros críticos dicen que la historia de la revolución es una mentira bien encuadernada, y afirman que después de la sublevación hubo y hasta la fecha hay muchos monopolios y latifundios que sobrevivieron a la asonada. Este grupo de severos analistas sostiene que en la actualidad hay un problema que muchos evaden mencionar por intereses políticos o económicos, y que ahora existen peores desigualdades que en la época porfiriana.

En mi opinión la Revolución Mexicana sí fue una revolución porque los brotes de insurrección se dieron casi de manera simultánea en diversos puntos del país, motivados todos por la misma causa: la injusticia y el rezago social. Además sí hubo avances y conquistas en lo agrario, al mermar los latifundios, y en lo laboral, al cambiar sustancialmente las condiciones de los obreros y los campesinos. Asimismo nacieron importantes instituciones dando comienzo a una vida institucional en el país. Una de las principales manifestaciones jurídico-políticas del fenómeno social revolucionario fue la redacción y promulgación de la nueva Constitución Política de 1917, que aglutinó las demandas sociales del momento.

No obstante los cambios y transformaciones ocurridos en el país, la Revolución aún le queda mucho a deber a los anhelos e ideales de justicia y bienestar que movieron a los mexicanos de inicios del siglo pasado a empuñar las armas contra la dictadura oligárquica. La Revolución en su momento cumplió su cometido, pero hoy se ha dejado un tanto de lado el conjunto de principios y aspiraciones que la gestaron, lo cual ha provocado la situación actual de descomposición social y violencia, fincadas en la pobreza y falta de oportunidades.

Hoy falta un proyecto de nación, para ello se requiere un acuerdo político de parte de todos los actores. Hoy se requiere retomar una nueva revolución, pero pacífica, no armada sino sustentada en ideas y propuestas. La Revolución del 2010 debe ser la del intelecto, la instrucción, la cohesión social y el cambio de las condiciones de vida de los mexicanos.

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