“Hemos tenido esta revolución biológica que ha partido el pastel del cáncer en rebanadas cada vez más delgadas a medida que aprendemos más sobre la genómica del cáncer”, dijo el doctor George Sledge, codirector del programa de cáncer de mama de la Universidad de Indiana y ex presidente de la Sociedad Estadunidense de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés).
Como ejemplo, Sledge dijo que durante una presentación científica en el encuentro anual de la ASCO esta semana en Chicago, aprendió de al menos 17 subtipos de leucemia linfoblástica aguda (LLA), el tipo más común de leucemia infantil.
Nuevos hallazgos de ensayos clínicos difundidos durante la reunión muestran cuán rápido se está arraigando la medicina personalizada, lo que ofrece más evidencia en favor de los tratamientos dirigidos a mutaciones tumorales específicas en lugar de la ubicación del cáncer en el cuerpo. Los estudios apuntan a nuevos tratamientos para los cánceres de mama y de próstata y para el letal tumor cutáneo denominado melanoma.
Como resultado, los médicos enfrentan una creciente demanda de complejo trabajo como detectives genéticos. Eso eleva la vara para los oncólogos de los centros médicos académicos bien financiados que cuentan con la tecnología más reciente, y también dificulta la posibilidad de competir de decenas de miles de oncólogos estadunidenses de centros comunitarios más pequeños.
Empresas como Pfizer desarrollan pruebas diagnósticas con sus fármacos para ayudar a predecir si un paciente responderá bien al tratamiento. Pero los investigadores cada vez encuentran más de una mutación que influye en el crecimiento de un cáncer, lo que requiere un análisis más complejo que llevaría a una combinación terapéutica para los pacientes.
“Cánceres que parecen idénticos bajo el microscopio, en verdad tendrían diferentes anormalidades genéticas y, por tanto, probablemente responderán a terapias muy distintas”, dijo el doctor Mace Rothenberg, vicepresidente del área oncológica de Pfizer.
“Lo que sucede es una evolución muy rápida en el pensamiento; de hacer una prueba de un tumor, o varias de una muestra del mismo”, agregó.
Los centros médicos estadunidenses afiliados a universidades desarrollan sus propias pruebas genéticas para atender las necesidades de pacientes e investigadores. En tanto, surgen nuevas compañías de diagnóstico para ayudar a los médicos de centros comunitarios a seleccionar las mejores medicinas o encontrar los ensayos clínicos que evalúan fármacos que apuntan a mutaciones genéticas específicas.
“La tecnología evoluciona tan rápido que ahora existe la posibilidad de buscar literalmente 250 genes relacionados con el cáncer en una sola muestra tumoral”, dijo Rothenberg.
La prueba FoundationOne de la Fundación Medicina, con sede en Cambridge, escanea una muestra tumoral en busca de más de 200 alteraciones genéticas conocidas por funcionar en diversos cánceres y brinda a los médicos un informe en el que sugiere tanto medicamentos aprobados como en etapa experimental.
La firma, que presentó la prueba de perfil genético en la reunión de la ASCO, indicó que planea expandir la cantidad de mutaciones genéticas que analiza la prueba, la cual cuesta 5 mil 800 dólares, a medida que la ciencia avance.
El laboratorio de la Fundación Medicina abrió en octubre y ha realizado perfiles genéticos para laboratorios como Sanofi, Celgene, Novartis y Johnson & Johnson.
Otros métodos
Además de la prueba de perfil genético de Fundación Medicina, otras iniciativas estadunidenses incluyen otros dos métodos: secuenciar el genoma completo de los tumores, o el exoma, es decir sólo los genes con codificación proteica.
Un equipo del Centro del Cáncer Kimmel de Johns Hopkins, en Baltimore, inició una compañía llamada Personal Genome Diagnostics que hace esas pruebas. “Ahora uno puede usar cualquiera de estos tres métodos para identificar la mayoría de las alteraciones a las que pueden apuntar los fármacos”, dijo el doctor Bert Vogelstein, quien dirige el Centro Ludwig para la Genética y Terapéutica del Cáncer en Johns Hopkins. “Cuantos más medicamentos haya disponibles, ¿qué enfoque será más efectivo? El mercado resolverá eso”, finalizó Vogelstein.
La Jornada