«La economía, estúpido» (The economy, stupid!), adjudicada a un asesor de Bill Clinton que consignó en un cartel para que el equipo de la campaña presidencial [vs Bush padre, 1992] no perdiera de vista.

Como economista, y a casi tres años de mi retorno a mi tierra natal, esa sentencia aparece tarde o temprano y no en buenos términos.

Cuando busqué inducir afanosamente lo estratégico de combinar innovación y desarrollo científico, más formación de capital humano y reformas a la Ley estatal en la materia, a fin de redimensionar el sector terciario de la economía [los servicios] y lograr perfilar a Chihuahua hacia su máximo desarrollo económico, “mis palabras cayeron en el vacío”. La conceptualización de ese modelo no había permeado aún por estas latitudes.

Menciono que el ensayo original: “El Sector Terciario y la Economía del Conocimiento…”, data de mediados de 2009, y existe una versión disponible en formato para el periódico El Devenir [así como en Presencia México y El Heraldo (Sección Industria)].

Más tarde, entre los jóvenes maduros y ciertamente bien preparados en su formación como abogados, asesorando a quien resultó ser alcalde de Chihuahua, esos conceptos sobre productividad, competitividad, agregados monetarios, crecimiento económico, empleo, inversión, ahorro, etc., pertenecían a una nebulosa inasible, etérea. Por fortuna, José Luis García Mayagoitia, con su sabiduría y bonhomía que le caracterizan, hizo posible filtrar tales entelequias y el discurso de nuestro hombre fuerte alcanzó máximo relieve.

Lo anterior viene a colación por un ensayo que hoy aparece en la prensa, escrito por Leo Zuckermann [Excélsior, 14-04-2012]: “Tengo muy presente lo que me dijo Ruchir Sharma, autor del bestseller Breakout Nations: In Pursuit of the Next Economic Miracles, cuando le pregunté qué necesita un gobierno para que su país despegue económicamente. Lo primero que me respondió es un líder cuya prioridad sea la economía; que todo lo demás pase a un segundo plano. “Al punto de la obsesión”, le cuestioné. “Efectivamente —replicó—, debe ser una especie de obsesión del gobierno en turno”. Me dio varios ejemplos. El más conspicuo, desde luego, el del chino Deng Xiaoping, promotor de la transformación económica más exitosa e impresionante de la historia reciente.”

Tomemos como casos “conspicuos” los antes referidos a Chihuahua, donde no existe una Facultad de Economía, sí un sucedáneo en Parral y otra muy lejana, la del Paso del Norte, a pesar de que un talentoso chihuahuense es el autor de “El milagro mexicano”. Un estado cuyo ‘perfil de modernización’ descansa en la explotación del sector primario, la agricultura y minería como hace 300 años, que no aporta más de 10 por ciento de la riqueza de una nación y da empleo sólo a 4-5% de la PEA.

Más aún, es una llamada de atención para Peña Nieto, cuya legitimidad sólo es viable bajo los parámetros de crecimiento económico de por lo menos 6 por ciento anual y un aumento permanente en el empleo formal y el nivel de los ingresos familiares.

Por eso, utilicemos la frase como hoy se le conoce: ¡Es la economía, estúpido!

 

Chihuahua, Chih., 14 de agosto, 2012.

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