“No hay material que aguante esas temperaturas, por lo que hay que mantener el plasma confinado mediante campos magnéticos y alejado de las paredes del reactor, levitando en el vacío, porque cualquier contacto del plasma con la pared hace que esta se derrita ocasionando daños en la pared del reactor y rompiendo el vacío necesario para que se produzca la fusión”, explica García Muñoz.
Otra tarea importante para los científicos en el desarrollo de esta fuente de energía revolucionaria que aún necesita de un estudio detallado son las pérdidas de iones energéticos que se producen en el plasma durante la fusión. Para ello se instalaron numerosos detectores en el reactor de fusión del Instituto Max-Planck para Física del Plasma de Múnich (Alemania) con el fin de analizar el comportamiento de las partículas que calientan el plasma y determinar el número exacto de las que se escapan, con el fin de tratar de establecer un control absoluto sobre ellas.
La factibilidad y la eficacia de la nueva fuente de energía ya están totalmente comprobadas por los científicos. Sin embargo, los expertos en el área aún siguen trabajando para poder demostrar que el reactor de fusión nuclear es viable y ventajoso también desde el punto de vista tecnológico y económico.
“En un par de décadas la fusión podría ser una alternativa a los combustibles convencionales como el petróleo”, asegura García Muñoz.
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