El escenario principal de la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz estuvo enmarcado por un sillón destinado al disidente chino, vacío, pues las autoridades de ese país impidieron que éste o cualquier familiar viajara a Noruega para recibir el galardón.
En el discurso titulado “No tengo enemigos, mi declaración final”, Liu manifestó: “Espero ser la última víctima de las literalmente inquisiciones infinitas de China y que, de ahora en adelante, nadie sea incriminado por expresarse”.
Confió en que el progreso político de China continúe y se llegue a una “futura China libre”.
Para aceptar el Premio Nobel de la Paz Liu expresó las mismas palabras del 23 de diciembre de 2009 cuando en un juicio fue condenado a 11 años de prisión por incitar a la subversión en el manifiesto “Carta 08” de la cual es coautor.
Para el disidente chino, su vida tuvo un “punto de inflexión” en junio de 1989 con las protestas de Tiananmen.
Afirmó que las “cadenas psicológicas” y los “fantasmas” de este momento de la historia de China marcaron su compromiso político desde entonces.
Por ello, Liu dedicó el Premio Nobel de la Paz 2010, un año después de que este galardón fuera para el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a las víctimas de las protestas de Tiananmen.
En el discurso que leyó la actriz noruega, el disidente chino también dedica palabras a su esposa, la poetisa Liu Xia, cuyo amor entregado hacia él define como “la experiencia más afortunada”.
Por otra parte, reconoció que algunos progresos se han dado en su país y puso como ejemplo la apertura que se ha impulsado desde el fin de la era de Mao Tse-Tung.
Eso ha traído consigo, dijo, el desarrollo de la economía de mercado, avances hacia el Estado de derecho y mayor tolerancia hacia el pluralismo social, entre otras cosas.
Previamente, el presidente del Comité Noruego del Premio Nobel de la Paz, Thorbjoern Jagland, dijo que la ausencia de Liu en Oslo es una prueba de que este galardón es “necesario y apropiado”.
“Lamentamos que el galardonado no esté presente hoy”, dijo ante el sillón que permaneció vacío.
Jagland recordó situaciones del pasado en las que los galardonados no pudieron acudir a esta tradicional ceremonia, entre ellos Aung San Suu Kyi, Lech Walesa y Andrei Sájarov.
Rememoró que “hubo muchos problemas en 1935, cuando el Comité concedió el premio a Carl von Ossietzky, pues el dictador Adolf Hitler se puso furioso y prohibió que ningún alemán aceptase el Premio Nobel”.
“Ossietzky no vino a Oslo y murió apenas un año más tarde”, añadió.
Sobre Sájarov comentó que “hubo una considerable indignación en Moscú cuando recibió el premio en 1975. También se le prohibió recibir el galardón en prisión y envió a su esposa”.
“Lo mismo hizo Lech Walesa en 1983, y luego las autoridades birmanas se pusieron furiosas cuando Aung San Suu Kyi recibió el Premio de la Paz en 1991”, abundó.
“El hecho es que este premio nunca se ha concedido para ofender a nadie. La intención del Comité Nobel ha sido pronunciarse sobre las relaciones entre los derechos humanos, la democracia y la paz”, añadió.
Es un galardón importante para recordar al mundo que los derechos ampliamente compartidos en la actualidad son el resultado de la lucha y el éxito de personas que asumieron grandes riesgos, acotó.
Por otra parte, China calificó de “criminal” al Premio Nobel de la Paz 2010, Liu Xiaobo, durante una ceremonia celebrada aquí en la sede de Naciones Unidas (ONU) con motivo del Día de los Derechos Humanos.
En una ceremonia presidida por la Alta Comisionada de Naciones Unidas para Derechos Humanos (ACNUDH), Navi Pillay, y ante un gran número de defensores de derechos humanos y activistas de todo el mundo, el representante del gobierno de China afirmó que Xiaobo es “un criminal”.
“China ha dicho repetidamente que el caso de Liu Xiaobo no está relacionado a los derechos humanos ni a la libertad de expresión, Liu es un criminal que ha sido condenado por violar las leyes chinas”, dijo el funcionario.
“Lo que hizo (Xiaobo) va en contra de los propósitos del Premio Nobel”, dijo el diplomático chino, quien no se identificó al tomar la palabra ante el plenario de la ONU, pero se comprometió a que su gobierno “seguirá trabajando en favor de la promoción de los derechos humanos”.
Pillay, por su parte, exhortó a los gobiernos “a reconocer que la crítica no es un delito, y a liberar a quienes han sido detenidos por ejercer pacíficamente sus libertades fundamentales para defender los principios democráticos y los derechos humanos”.
Notimex