Según Víctor Jiménez, director de la Fundación Juan Rulfo, porque “tiene un carácter ensayístico que siempre evitó en su creación literaria”. En todo caso, afirma Jiménez, viene muy a cuento para introducir la faceta menos conocida de Rulfo, la intensa actividad como fotógrafo que desarrolló -que se sepa- a partir de la década de los cuarenta, y por eso lo ha elegido como título de la exposición que hasta el 22 de mayo puede verse en la Fnac Callao: Solo son imágenes: 25 fotografías de Juan Rulfo.
Una selección de imágenes tomadas por Juan Rulfo hasta finales de los años 50 se exhiben en Madrid, en una muestra que descubre al artista visual que también fue el escritor mexicano fallecido ahora hace veinticinco años.
Hasta seis mil quinientas imágenes, entre negativos e impresiones, reunió el autor de “El Llano en Llamas” y “Pedro Páramo”, dos obras míticas que encumbraron a Rulfo a lo más alto de la literatura y que ahora son reeditadas por el sello RM.
Los textos se presentan con el atractivo de estar acompañados de las reflexiones que Jorge Luis Borges o Gabriel García Márquez han dedicado a la obra de Rulfo.
“No es muy conocido el hecho que Juan Rulfo hubiese tenido trayectorias paralelas en la literatura y la fotografía: hacia 1940 escribe sus primeros textos y toma sus primeras fotografías; alrededor de 1960 deja prácticamente de escribir y de tomar imágenes con su cámara”, afirma Víctor Jiménez, director de la Fundación que lleva el nombre del autor. La arquitectura, los grupos étnicos de México, los paisajes -los volcanes y las barrancas-, y los retratos son los asuntos principales
Qué enfocó Rulfo con su cámara.
Entre la creación literaria y su faceta de fotógrafo “no hay relación directa, aunque sí indirecta”, afirma a Efe Víctor Jiménez, que precisa que ambas facetas tienen un nexo de unión: la historia.
Jiménez, arquitecto de profesión y quien presume con modestia de haber mantenido una “muy buena” relación con Rulfo durante dos décadas, detalla que a Rulfo la arquitectura, a la que dedicó el cincuenta por ciento de su producción fotográfica, le interesaba en cuanto “testigo de la historia”.
único texto que, a juicio del director de la fundación, se puede apreciar un vínculo estrecho entre la escritura y la fotografía es en “Castillo de Teayo”, un relato de viajes al tiempo que una reflexión sobre el pasado de México.
En esta ocasión “el escritor fotografía sobre el mundo que escribe”, afirma Jiménez, al hablar de este texto reeditado ahora por RM y que se acompaña de varias fotografías tomadas por el autor, que también fue un “excursionista consumado”.