Critica escultor la opresión que la religión católica ejerce desde la conquista española

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La exposición Invección psiquicoeléctrica, del escultor Isaac Tamariz (DF, 1968), es la primera que monta en un museo mexicano: el Ex Teresa Arte Actual, aunque durante su estancia en Francia (1994-2002) expuso en el Centro Cultural de México.

La presente intervención escultórica, integrada por 26 piezas hechas ex profeso para el espacio de la calle Licenciado Verdad 8, Centro Histórico, que tardó tres años en prepararse, está inspirada en una experiencia parisina “al darme cuenta –explica– de la hermandad esencial que tenían mis obras. Incluso, al ser de formas distintas como una pieza figurativa, después una abstracta, y de temas diversos, algún animal, hasta retratos humanos”. Esa coherencia lógica le dio la idea de conectarlas.

“Fue una instalación –relata– que hice en una habitación y al conectar las piezas tuve la idea de vincular con mi propia esencia en lo que era mi colchón. Aquí se busca la energía que trae cada material y se toma en cuenta como en una especie de conectividad o conductividad que no importa si es un elemento metálico conectado a uno de papel o plástico. Habrá un efecto de transmisión entre ellos”.

En el Ex Teresa Arte Actual un candelabro es el motor de la obra, porque hacia éste “confluyen los cables de cada pieza, a la manera de un cordón umbilical, de venas y, en un plano técnico, viene a ser un cable de intercomunicaciones, el cual va a portar esa carga siquicoeléctrica que se da al material al ser itrabajado por entidades como nosotros, que nos movemos y funcionamos por ese tipo de impulsos eléctricos combinados con toda la carga síquica.

Esos impulsos contienen nuestras vivencias, nuestras recepciones mediante los sentidos, y, bueno, toda labor humana. Por ese hecho vendrá a ser síquicoeléctrica. Sin embargo, en el caso del arte hay muchísimos otros elementos que cargan estas piezas y ese contenido es el que se transmite mediante los cables para crear una interconexión que confluye en el candelabro y a su vez en los pequeños subsistemas que son potenciadores.

De acuerdo con Carlos Jaurena, director de Ex Teresa y curador de la muestra, la exposición es muy crítica hacia el consumismo y esta opresión que la religión católica ha ejercido desde la conquista española, como ejemplifican las piezas el Cristo sin rostro, la Virgen alada y Un Papa roto.

Descendiente del escultor Ernesto Tamariz, su abuelo, e hijo del pintor y también escultor Eduardo, del mismo apellido, el expositor atribuye la influencia prehispánica en la presente obra a su admiración por la escultura precolombina y la cercanía del recinto al Templo Mayor. De hecho, esas piezas podrían ser un nuevo descubrimiento.

Sin embargo, hace énfasis en la influencia de lo católico: “Me dediqué mucho a la obra religiosa.

“Es la que más sienta, sentimiento que traté de transferir tanto en el auto –Derrumbe Cosi-Hoo– como en todas; esa religiosidad, ese misticismo. No veo por qué tener que hacer diferencia entre levantarle un altar a un Cristo, a una tasa de café o a un coche. A cualquier cosa se le puede levantar un altar si uno cree en ello. Todo es sagrado, todo material, todo ser viviente”.

La Jornada

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