Pueblos indígenas y migrantes deben evitar caer en lógicas facciosas, manifiesta a La Jornada
Frente a decenios y centurias de procesos de dominación, la realidad indica que son posibles las salidas, que después de la década neoliberal hay vida en Latinoamérica, considera la académica
El reto hoy día de los grupos excluidos en América Latina por el gran capital (migrantes y pueblos indígenas, entre ellos) es cómo articular su poder popular, para que sean capaces de construir poder político, sin necesidad de caer en lógicas facciosas, considera la filósofa Flavia Dezzutto, catedrática de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Invitada al primer Congreso Internacional de Historia de la Orden de Predicadores en América –que ayer comenzó en el Centro Universitario Cultural de la ciudad de México–, la especialista explica en entrevista con La Jornada que el eterno problema de la construcción de poder popular “se conforma por los muchos excluidos frente a los pocos que excluyen, es decir, por qué siendo tantos los excluidos estamos en esta situación, y además fragmentados.
“Es cierto que no es fácil enfrentarse a decenios y centurias de procesos de dominación, pero también es cierto que la realidad nos indica que son posibles las salidas. En los años 90 pensamos que no había más nada, que era el final, pero la realidad demuestra que hay vida después de la década neoliberal en América Latina.
Existen experiencias de construcción de poder popular que van permeando al poder político. Hay que aprender, entonces, a no depender tanto de formas antiguas de representación política. Hay que aceptar que muchas de nuestras democracias son de partido, y hay que pensar cómo articularlas para que el partido no termine reducido a facción.
Contra una Iglesia reduccionista
Flavia Dezzutto, quien inauguró el encuentro con la conferencia magistral titulada La antropología jurídica de Francisco de Vitoria, destaca que la comunidad eclesial, más que la Iglesia como institución, tiene el desafío de buscar los mecanismos para poder insertarse en las luchas de una sociedad plural, sin mirar a los otros desde un punto de vista reduccionista.
La Iglesia ha ejercido demasiado poder, añade, “y hay sectores eclesiales que todavía suponen que lo poseen, pero tienen ante ellos el reto de renunciar a éste y que sea una renuncia productiva.
¿Cómo renunciar al poder que históricamente ha tenido la comunidad eclesial para mirar a los excluidos de otra manera, más al ras? Hay renuncias que no son posibles sino por la voluntad. No obstante, la jerarquía eclesial está extremadamente configurada según modelos análogos a los estatales, es decir, a los sectores visibles que invisibilizan al resto.
Pervive la injusticia
Flavia Dezzutto lamentó que en el mundo se vivan situaciones que parecen calcas de aquellas que les tocó vivir a los primeros dominicos que llegaron al continente, como la expropiación de sus bienes a las comunidades originarias, la amenaza permanente contra su vida, así como otras formas de mercantilización como la trata de personas y regímenes prácticamente de esclavitud en diversos contextos.
“Pensar en que esas situaciones extremas de opresión que se daban en el siglo XVI se pueden ver en los inicios del siglo XXI produce una sensación desagradable. Es claro que perviven las estructuras básicas de injusticia y muerte.
“Estos congresos, en los que se propicia el debate, ayudan a volver a poner en la mesa las preguntas y la necesidad urgente de obtener respuestas ante situaciones que claramente no sólo no se han solucionado sino que son herederas de añejas injusticias que se han ido convalidando en el contexto de independencias de los estados, de regímenes democráticos tutelados, golpes de Estado y de construcciones de poder populares que, si bien han sido vigorosas, también han sufrido poderosos embates del imperio, a través de lo que llamaremos los delegados del imperio que se encuentran en cada una de nuestras realidades.
“Por tanto, no tiene ningún sentido pensar y discutir a autores como los que presentamos en el encuentro, sin poder focalizar cuáles son los problemas del presente. Por ejemplo, los abrumadoramente mayoritarios conflictos por la propiedad de la tierra en las comunidades indígenas en México, Perú y Bolivia. Se trata de problemas que son muy similares a otras viejas injusticias.
Es terriblemente absurdo que después de dos guerras mundiales que pusieron en evidencia la capacidad de matanza del ser humano, después de los enormes movimientos populares de los años 60 y 70, de las difíciles retornos a la democracia de los 80, de las experiencias neoliberales de los 90 y del retorno de los movimientos populares en estos años, que todavía sea tan difícil que los representantes de los órganos legislativos y los poderes ejecutivos, sean tan impermeables a todas las demandas de justicia, concluyó la filósofa.
El congreso Historia de la Orden de Predicadores en América prosigue este jueves con la participación de una decena de especialistas que disertarán en torno a la importancia de la conservación del patrimonio cultural, el papel de la mujer en la orden dominica, así como las relaciones entre liberales católicos y populistas en el siglo XX, entre otros temas.
La Jornada