Por iniciativa del artista Vicente Rojo, Ediciones Era realizó una búsqueda bibliográfica para compilar los textos de Carlos Monsiváis sobre fotografía; así surgió el volumen Maravillas que son, sombras que fueron. Fotografía en México. Se trata de una serie de apuntes extraídos de diversos libros, así como periódicos y revistas, en letra de uno de los cronistas más grandes y apasionados por las artes y por México.
El volumen incluye fotografías, la mitad pertenecientes a la colección del Museo del Estanquillo; la otra fue propuesta por los fotógrafos que son, a la vez, los personajes principales de este libro, como Rogelio Cuéllar, quien aportó la imagen que ilustra la portada.
El compendio incluye imágenes de la bellé époque, con los fascinantes y cautivadores desnudos de la lente de Ava Vargas; los inicios del fotoperiodismo en México, con lo que hoy es el Archivo Casasola, bajo la premisa hay que imitar la naturaleza, no corregirla, fotografías fieles que aún se conservan como patrimonio histórico de la nación. El México revolucionario, la vida de los alzados en la bola y los rostros que después hicieron historia y ahora estampan monografías y libros de texto.
Las décadas de los 20 y 30 del siglo pasado traen consigo notables avances, no sólo en el ámbito tecnológico, sino también en lo estético y lo retratable. Manuel Álvarez Bravo, Lola Álvarez Bravo, aunados a la llegada de extranjeros como Sergei Eisenstein, quien si bien no marcó, sí definió los parámetros de lo que después sería la fotografía nacional, lo que se constata en la cinta ¡Qué viva México! (1930-1932), donde el paisaje rural, sacado del más perturbador cuento de realismo mágico, cobra un sentido simbólico que definiría el mexicanismo ante el resto del mundo
Gabriel Figueroa, el fotógrafo del cine mexicano, retomó la visión de Eisenstein y la avivó con armonía, inteligencia y disciplina profesional. El libro incluye un extracto del discurso que el autor leyó en abril de 1997 y que La Jornada publicó (29/4/97).
El estadunidense Edward Weston fue otro de los pilares de la fotografía rural y al lado de Tina Modotti dio testimonio de su andar y amor por México. Modotti, por su parte, también recuperó muchos de sus recursos; realizó retrato y una magnífica serie de desnudos basados en la obra del pintor francés Henri Matisse.
Las estrellas del cine mexicano se volvieron iconos de la sensualidad y el glamur en los años 40. Una década más tarde, los hermanos Mayo, exiliados de España y aún con espíritu de la lucha, dejaron constancia del México de movimientos y rebeliones sociales, la muerte de militantes de los grupos comunistas, aunque también documentaron deportes, espectáculos y la vida nocturna del país.
Hay nombres que aún resuenan por su ausencia cercana, como Héctor García, quien en tres ocasiones mereció el Premio Nacional de Periodismo. García dejó imágenes inolvidables ,como el Niño en el vientre de concreto y su reportaje del movimiento del 68.
Lo ajeno y lo extraño no son nunca atributos del tema o del sujeto en las fotos. De esta manera Monsiváis abre el capítulo dedicado a Mariana Yampolsky, quien sin perder el encanto y gusto por el paisaje rural sabe encontrar un estilo y características propias.
la jornada