En estos días discutimos si las alianzas entre partidos políticos son convenientes, si son políticamente correctas, aunque no se cuestiona demasiado si son leales u honestas, tal vez porque nos va ganando el efectivismo inmediato o sea, el pragmatismo.
La virulencia de un señor López que se decía legítimo no le permite ver que a su corriente sí le conviene desactivar al contrario (PAN) envolviéndolo en una alianza que por lo pronto lo suspenda en su brega de eternidad y lo lleve a navegar por el momento a favor de las izquierdas. Se vale sospechar que su oposición sea sólo táctica para asegurar la sumisión de los azules en la alianza y su posible triunfo que no sería de ese partido.
En Oaxaca se ha visto ya que el vandalismo contra Calderón no ha tenido a un Gabino Cué decidido a imponer orden y sí a “desagraviar” a los agresores.
En materia de principios doctrinales algunos altos dirigentes del PAN han sostenido que su partido no tiene toda la verdad y que no la posee en monopolio. Este ruinoso razonamiento exhibe la pobre convicción y la deficiente lealtad que el partido y sus principios han merecido de estas personas.
Renunciar “un poco” a la doctrina para ganar poder se parece a corromperse “nomás tantito” para salir de alguna situación.
Entre priístas, perredistas, panistas y en toda la gana política nacional se habla de justicia social, democracia, libertad y otros valores igualmente trascendentes, pero basta una mediana formación política para saber que no se está hablando de lo mismo aunque las palabras sí sean las mismas.
Romper la hegemonía priísta vale la pena siempre y cuando se rompa de veras la hegemonía priísta y no se lleve al poder a un supuesto ex priísta que va a instaurar su gobierno con priístas y para priístas. ¿A quién hicieron tonto?
No se cómo se pueda conservar el tesoro doctrinal y la fortaleza de los cuadros del partido durante una campaña en alianza y en un gobierno con los contrarios. Los ejemplos europeos no son válidos para México si se quieren tomar con los ojos cerrados.
Los dirigentes por encima de los mismos Consejos Nacional y Estatales, harán menos caso de la militancia y de la democracia interna que de los arreglos cupulares. Una patria ordenada y generosa puede esperar mientras andamos en alianzas con las izquierdas.