El precio internacional del grano ha alcanzado niveles récord. Entre otras cosas porque los tradicionales consumidores de maíz amarillo han volteado a ver el maíz blanco como alternativa.
Y a esto hay que sumar el infortunio del mal tiempo de las semanas pasadas que congeló las esperanzas de estabilizar pronto los precios.
Esto genera necesariamente una presión en los precios. Pero este impacto no es igual entre todos los fabricantes del alimento.
Habrá negocios que puedan resistir las presiones y reflejen lo menos posible el entorno en los precios. Y habrá otros que de plano tengan que cerrar como resultado de la competencia.
Pero el terrorismo tortillero es otra cosa. Mejía Morales dijo tal cual: “Quién sabe si la próxima semana haya tortilla en México”.
Esta profecía apocalíptica se basa en un hecho de mercado, hay un insumo caro -como el precio del maíz que, asegura, lo pagan a 5,000 pesos la tonelada- y ellos mantienen bajo el precio del alimento procesado.
Se supone que cuando se le ocurrió anunciar la colusión de precios, las autoridades les explicaron que eso era una práctica monopólica. Pero no sabíamos que le habían prohibido subir los precios.
Quizá es solamente la precaución de no mencionar la palabra aumento, para no tener que pasar por el vía crucis de la vez pasada cuando adelantó aumentos. Lo cierto es que hoy ya hay aumentos en los precios de este alimento. Si existe tal control de precios disfrazado, debería decirlo claramente. Total, ese dirigente ha dicho cosas peores.
Lo que sí hay es la intensión de aumentar la productividad de ese sector.
Estos momentos de turbulencia son buenos para la Secretaría de Economía para cacarear lo que han hecho en la cadena masa-tortilla. Dice el subsecretario de las Pymes, Miguel Manzur, que han invertido 274 millones de pesos para apoyar a microempresarios de ese sector. Para que modernicen sus negocios y se capaciten sus empleados.
Entonces, tenemos dos mensajes sobre el mismo tema. Uno que anuncia el fin de la era de la tortilla, con la amenaza de que la próxima semana paran motores las tortillerías de México. Y el otro que segura que los contribuyentes le hemos metido casi 300 millones de pesos en inversión a estos negocios.
Es una lucha de percepciones en medio de un real y complicado escenario de aumentos en los precios de los alimentos en todo el mundo.
La primera piedra
Es cierto que la economía de China mantiene las más altas tasas de crecimiento de todo el mundo. Es verdad que fue relativamente fácil que desplazara a Japón del segundo lugar mundial, como le resultó sencillo dejar atrás a todos los europeos.
Es también altamente probable que antes de 10 años el tamaño de su economía sea superior a la de Estados Unidos.
Pero de ahí a poder asegurar que China se enfila hacia el liderazgo económico mundial hay una gran diferencia.
Primero porque liderar implica algo más que tener un Producto Interno Bruto inmenso. Implica tener una economía robusta, sana en su mercado interno, que le acompañe un sistema financiero maduro, que su nivel de desarrollo interno y el nivel de vida de sus habitantes corresponda al lugar que ocupa como nación.
Y la verdad es que China está muy lejos de cumplir con las condiciones de un líder. Tiene casi 1,400 millones de habitantes, de los cuales menos de la mitad dan forma al milagro chino.
Su economía crece mínimo 10% al año, pero dentro de sus fronteras coexiste un mundo en subdesarrollo.
China apantalla, pero no lidera. El liderazgo estadounidense no es ya intocable, pero tampoco parece amenazado por el gigante asiático. Al pan, pan y al vino, vino.
Enrique Campos Suárez