Señaló que no es necesario prohibir radicalmente estas conductas, se trata de conocer si estas costumbres pueden ocasionar riesgos para la salud y moderar el consumo de ciertos alimentos.
El 35% de los tumores tienen su origen o están relacionados con factores alimentarios, según los datos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos; mientras que el tabaco provoca 30% de los casos, comentó la especialista.
Ese mismo instituto informa que un cambio en la dieta puede reducir la incidencia global de cáncer entre 30 y 40%, lo que equivale a entre tres y cuatro millones de casos anuales en todo el mundo, y junto con el abandono del tabaco implicaría que entre 60 y 70% de los cánceres serían evitables.
En general, las verduras y frutas reducen el riesgo de cáncer, por ejemplo, de boca y faringe, esófago, pulmón, estómago, colon y recto, laringe, páncreas, mama y vejiga, hígado, ovario, endometrio, cuello del útero, próstata, tiroides y riñón, entre otros, mencionó.
Por otro lado, el alcohol, la carne, las dietas grasas y la obesidad incrementan el riesgo de diversos cánceres. La carne, por ejemplo, probablemente aumenta el riesgo de cáncer colorectal, de páncreas, mama, próstata y riñón.
En la actualidad, gracias a numerosos estudios se puede establecer un conjunto de recomendaciones alimentarias, que incluyen aumentar el consumo de verduras, frutas, leguminosas y cereales integrales, así como reducir el de carnes rojas, grasas, sal, azúcar, alimentos procesados y bebidas alcohólicas.
Además, beber de 1.5 a dos litros de agua natural; mantener un peso corporal saludable y un hábito de comidas regular, en cantidad y en horario; realizar una hora al día de actividad física, y no fumar ni mascar tabaco.
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